19/3/09

Y van cinco


Aún no pude ver ninguna película de la V edición del Play-Doc que abrió sus puertas ayer. Pero sí pude conocer al autor de uno de los filmes más hermosos que se hayan proyectado en estas ediciones en las que el Play-Doc sembró con miradas sobre la vida y el mundo esta raya del sur. Hablo de Georgi Lazarevski que hace dos años presentó Voyage en sol majeur (2006). En la crónica que escribí sobre aquel Play-Doc III –podéis acceder a esas crónicas y a los artículos de Tempos novos en los vínculos correspondientes de la columna de la derecha de este blog-, y que titulé precisamente “El año de Voyage en sol majeur”, apunté a propósito del filme de Lazarevski:

"Cuesta creer que, en poco menos de una hora, puedan desgranarse los temas cruciales de la existencia de la mano de un violinista de noventa años, sordo para la música, que viaja a Marruecos con su nieto –el cineasta que nos trae este retrato tierno y vivo de su abuelo-, un viaje soñado durante media vida, su último viaje. El filme se convierte en un alfabeto de la existencia, en una gramática de la emoción para conjugar las palabras primordiales: muerte, amor, miedo, música… Un retrato que nos retrata, un espectáculo íntimo, un corazón desnudo: todo eso es Voyage en sol majeur. Palabras mayores esta película leve, preñada de humor, enhebrada de pequeños momentos reveladores, manantial de una corriente emocional que nos abraza sin asfixiarnos."


Giorgi Lazarevski


Pues bien, ayer pude conocerlo y decirle cuánto me gustó su película, y cuánto me alegra que esté en Tui acompañando a los autores del Play-Doc, Ángel y Sara, y formando parte del jurado del festival.

De madrugada, en un local acogedor, gracias a la amabilidad de una camarera de Valença, entre chupitos y caipiriñas, cuando la música y las voces empezaban a dificultar la conversación, me encuentro con el filósofo Ricardo Costas, uno de los “militantes” del Play-Doc desde su primera edición. Me cuenta que de la jornada de apertura no puedo dejar de ver Cyanosis (2007) de Rokhsareh Ghaemmaghami, un filme iraní de treinta minutos sobre Jamish Aminfar, un artista de las calles de Teherán. Siempre me fío del criterio de Ricardo Costas y le haré caso.

Hoy no quiero perderme Beginning filmmaking (EEUU, 2008) de Jay Rosemblatt, sobre una niña de cuatro años que quiere ser directora de cine como su papá, los primeros pasos de una cineasta, pues. Y Szapito (Polonia, 1984) de Bogdan Dziworski, un filme sobre el mundo del circo en el que presiento una mirada melancólica, quizá elegíaca, sobre unos artistas que se despiden del espectáculo que los cobijó bajo su carpa.

Y aquí estamos, otro año más en el Play-Doc. Sigue pareciéndonos, como la primera vez, un milagro.

Y van cinco.

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