5/5/10

Ida y vuelta con Víctor Erice


En el pasado Festival de Cine Español de Nantes se presentó la película (documental) de Alain Bergala con Víctor Erice Paris-Madrid, allers-retours (2010). Sobra decir que haré cuanto pueda por verla, no por casualidad Erice es uno de los cineastas de cabecera de esta escuela. Hasta ese momento, sólo puedo apuntar que la película desgrana las emociones fundacionales que el cine provocó en Víctor Erice, un cineasta que encontró en las películas una familia de adopción, a un tiempo cinéfilo e hijo del cine.

El director de El espíritu de la colmena, bajo la mirada atenta de Alain Bergala, evoca el cine americano de su infancia, la impresión que le produjo a sus 13 años la visión de Ladrón de bicicletas de Vittorio de Sica, el descubrimiento de la nouvelle vague en el Festival de San Sebastian: Los cuatrocientos golpes de Truffaut, la primera película que le hizo desear escribir sobre cine, o À bout de souffle de Godard. Alain Bergala hace deambular a Erice -DV en mano- entre Madrid y París a la busca de las huellas del Antoine Doinel, el héroe de Los cuatrocientos golpes, al tiempo que recuerda aquellas escenas primordiales en su formación como cineasta y recupera los lugares más vivos que nunca en su memoria de cinéfilo.

Por lo que he leído, la película de Bergala conjuga genealogía y elegía, bucea en las nacientes de la obra de un cineasta y destila la irremediable melancolía sobre el tiempo (de cine) vivido. En resumidas cuentas, revela la poética de Víctor Erice que, con sólo tres largometrajes -El espíritu de la colmena (1973), ya citado, El sur (1983) y El sol del membrillo (1992) y algunas piezas breves -como Alumbramiento (2002) o La morte rouge (2006)- en cuarenta años, es, no ya un cineasta (cardinal) de nuestro tiempo, sino que su obra representa una parte significativa de lo más esencial (y hermoso) que nos haya dado el cine.

1 comentario:

  1. Siempre me sorprendo de la cantidad de información que viertes en estas páginas
    Me gustan las películas de Víctor Erice.
    Lobo Antunes bien merece esta reseña.
    Un saludo

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