3/5/10
Coser y cantar
Mientras desayuno, leo en El País que el pasado 17 de abril murió Dede Allen. Quizá no os diga nada el nombre. Pero seguro que os suenan El buscavidas de Robert Rossen y Bonnie and Clyde de Arthur Penn. Pues bien, Dede Allen fue la montadora de ésas y de otras muy buenas películas como América, América de Elia Kazan o Tarde de perros de Sidney Lumet.
Dede Allen nació en 1923 y dejó la escuela para trabajar en la Columbia. Casi desde los comienzos del cine, el montaje de las películas pasó por las manos de las mujeres. Como decía Dede Allen, quizá porque prestaban atención a los detalles, como al coser. Siempre hubo mujeres en las salas de montaje, pero hubo que esperar hasta 1967 para que una mujer firmara en solitario el montaje de una película. Hasta que Dede Allen montó Bonnie and Clyde.
Se dice que el guión es el primer montaje de una película y que el montaje es la última versión del guión de una película. Digamos que Dede Allen acababa de contar las historias, enhebrando planos y creando la partitura emocional de la película. Cosía los fragmentos y les hacía cantar la música que llegara al corazón del espectador. Le gustaba el montaje europeo y, deudora de las rupturas de la nouvelle vague -y en particular del cine de Godard-, aplicó sus lecciones al cine americano de los sesenta en adelante. Así, empezaba una escena con un primer plano para descolocar al espectador y atraparlo mejor en la progresión del drama o anticipaba el sonido de la escena siguiente mientras aún estábamos viendo las imágenes de la anterior, creando una corriente que nos arrastraba al interior de la acción, porque, para Dede Allen, el sonido era tan importante como la imagen
En palabras de Arthur Penn, Dede Allen intentaba crear un ritmo en las películas que tuviese la complejidad de la mejor música. Montaba las películas, por así decir, como si el cine fuera un aquel de coser y cantar.
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