13/5/09

Encuentro en el Café Oriental

(Addenda del jueves 8 de octubre de 2009. Ayer descubrí que la conversación con Víctor Erice que motivó esta entrada ha desaparecido del servidor y el texto que le servía de prólogo se ha quedado huérfano. Una lástima. Si algún día la encuentro la traeré de vuelta aquí, si no quedará este texto como huella de una pérdida, de la "desaparecida" voz de un cineasta imprescindible.)

(Addenda del lunes 7 de diciembre de 2009. Gracias a Armando, he sabido que se han vuelto a colgar los vídeos y he restaurado los enlaces. De cualquier modo, si preferís descargarlos, no tenéis más que seguir los consejos del propio Armando en su comentario.)

Quiero compartir con vosotros este pequeño "hallazgo". Se trata de una conversación de Víctor Erice con un amigo japonés en el Café Oriental de Madrid en 2000.

Más de una vez he traído al cineasta a esta escuela, también he sugerido que las huellas de este cruce de caminos puede rastrearse en su película El espíritu de la colmena, allí donde una niña vive una experiencia fundacional, el encuentro con el cine. He contado asimismo que tuve el privilegio de compartir la presencia de Víctor Erice en un seminario celebrado en A Coruña a mediados de los 90, y evocado la calidez que transmitía y la intimidad que creaba el tono de su voz, el hablar pausado, los silencios con que puntuaba su discurso y que nos sumían en una atmósfera de recogimiento casi (o sin casi) religioso.

En esta conversación podéis escuchar de la viva voz del cineasta la evocación de momentos primordiales que alimentaron la mirada con que esculpiría en el tiempo las imágenes de El espíritu de la colmena, El sur o El sol del membrillo (que en inglés han titulado El sueño de la luz: qué hermoso título también), y recorrer con él los mojones de una reflexión sobre el cine y sobre el aquel de filmar:

la elección del Café Oriental como escenario para la secuencia de la "despedida" de Iciar Bollaín y Omero Antonutti -también para la realización de la entrevista-;

el primer encuentro con Ana Torrent, cómo la niña se apropia de la película y Erice la convierte en su guía;

la sala de cine como territorio fronterizo de experiencias decisivas;

el cine de John Ford y Kenji Mizoguchi, Wagon master y Ugetsu monogatari, los trasvases entre el cine americano y el japonés, mundos ficcionales donde los rituales aún estaban vigentes y las formas de representación se nos aparecían con la entereza de los emblemas;

la modernidad como síntoma de un cambio casi antropológico, la opacidad del mundo y la abolición de la transparencia cinematográfica;

la experiencia de la realidad -El sol del membrillo- como vínculo con los orígenes del cine y búsqueda de nuevos caminos de renovación del lenguaje fílmico;

la contigüidad irremediable de la ficción y el documental, desde el instante mismo en que la ficción está presente siempre en la mirada del cineasta sobre las cosas y en cómo la forma dota de sentido a lo preexistente;

el cine como medio de conocimiento, como viaje hacia el encuentro de algo que permita iluminar algúna esfera de la vida.

La conversación se cierra con una reivindicación del pudor y con las imágenes de El sur que no pudo ser tras haber amojonado el itineario vital que nutre el cine de Víctor Erice.

Cuando hace unos días hablaba aquí de la televisión pública y de los programas que uno querría ver en ella, ésta conversación es un buen ejemplo, una invitación a contemplar una vez más los filmes de Víctor Erice tras este encuentro en el Café Oriental.

















4 comentarios:

  1. Un hallazgo, en efecto.
    ¡Muchas gracias!

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  2. Para mi también fue un hallazgo y al volver a ella me doy cuenta de que han suspendido la cuenta de edu1954(que fue quien subió el video) y con ella todos los videos.

    Vd. tiene esta entrevista? De ser así estaría muy interesado en poder tenerla. Gracias

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  3. Han colgado de nuevo la entrevista.

    Para que no nos pase otra vez yo la he descargado.

    Y me ha dado por reivindicarlo ante las nuevas generaciones.

    Saludos.

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  4. Muchas gracias, Armando.

    Saludos.

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