Todas las formas de violencia tienen algo de espantoso, pero existe una metafísica especial en la explosión de una bomba. La muerte llega de forma inesperada, en el instante; es como un pequeño apocalipsis, como un pequeño fin del mundo. De hecho, el mundo comenzó así: con una gran explosión. A veces alguien dice que los medios se centran en exceso en los atentados con bomba, como si fuesen la única violencia que existe, y en gran parte es cierto. Pero es fácil comprender por qué es así: el atentado es la noticia por antonomasia, un hecho súbito y brutal que sucede en un lugar casi siempre cotidiano y reconocible para el espectador, y que deja una huella muy visible, un paisaje de color negro y rojo. Es cierto que las cámaras están enamoradas de los atentados, pero es un amor compartido: los atentados aman las cámaras, y ambos se buscan y casi siempre se encuentran. El atentado nació antes de la era de la televisión, como una especie de artista brutal adelantado a su tiempo, pero estaba esperando por ella, y desde que se encontraron ya no se separan.
El fragmento anterior pertenece a Fin de século en Palestina de Miguel Anxo Murado editado por Galaxia en 2008. La traducción del fragmento es mía pero hay una edición en castellano -Fin de siglo en Palestina- en Lengua de Trapo (no sé de quién es la traducción). Contexto del fragmento que leemos en la mitad del libro de 365 págs. -de la edición en gallego-, más o menos: Murado acaba de vivir una explosión en Jerusalén y parece que fue un coche bomba, entonces inserta esta reflexión a propósito de la cita esperada entre los atentados y las cámara de televisión, y luego el autor descubrirá que el escenario de ese amor compartido no era un coche bomba sino una cafetería que había saltado por los aires, entonces marca el número de la agencia en Madrid y...
-Atentado en Jerusalén.. -dije-. Dadme espacio, es grande.
En el año 1998 Miguel Anxo Murado fue enviado por Naciones Unidas a Jerusalén para colaborar con la Autoridad Palestina. Allí descubre un malentendido: lo reciben como un gran experto en estadísticas agrarias, pero él no es un ingeniero agrónomo sino un periodista. Aun así, se queda. Cinco años. Cuando Juan Pablo II viaja a Tierra Santa durante las celebraciones del segundo milenio de Belen, Murado ejerce de jefe de prensa de la Autoridad Palestina. Y ése apenas es uno de los episodios que comparte con nosotros en su Fin de siglo en Palestina, un libro que conjuga el diario de viajes, la crónica periodística y la mirada de un escritor que revela la complejidad de uno de los conflictos más explosivos de nuestro tiempo a través de una prosa que nos transporta a las calles de Ramala o Jerusalén, que nos trasmite la ternura y la tragedia, la esperanza y la catástrofe, la algarabía de las calles y el estallido de la violencia, la irrupción de lo surreal y la comicidad que diluye las máscaras de la política, lo sagrado y la guerra sin fin de las religiones del libro -de los orígenes de todas las cosas- en el centro del mundo. Una escritura ágil. Con nervio. Y humor. En ningún otro libro encontré un relato más cercano, cálido y lúcido de una situación poliédrica, vidriosa y tantas veces dibujada con trazo grueso. Miguel Anxo Murado construye una distancia tan justa que ilumina una historia que es un gran reportaje pero que se lee como una gran novela.
En su web encontraréis los textos periodísticos del día a día, pero si queréis probar su escritura ficcional os recomiendo Ruido (Relatos de guerra), cuentos que germinaron a partir de su experiencia como reportero de guerra en el conflicto de los Balcanes en los 90, pero la edición de Montesinos creo que la han descatalogado. En gallego podéis encontrar otros dos libros de relatos Mércores de cinza (quizá el que prefiero entre los de ficción) y O soño da febre, ambos en Galaxia. También vale la pena Otra idea de Galicia que publicó Debate, una mirada sobre el país a través de un ensayo cocinado con rigor histórico, amenidad e ironía. Un libro suyo que me gustó mucho fue Lapidario de heterodoxos, poemas a modo de epitafios de escritores en la estela de la Antología de Spoon River de Edgar Lee Masters -que también pide a gritos una entrada en esta escuela-, un libro que probablemente en su primera versión es inencontrable y que en este momento no tengo a mano; de mil amores os dejaría aquí alguna de las piezas. Miguel Anxo Murado no es de los escritores gallegos más celebrados ni más publicitado por la crítica española, bueno, ellos se lo pierden, eso sí, flaco favor le hacen a los posibles lectores. En fin, si se trata de vuestro primer contacto con Miguel Anxo Murado ahí tenéis Final de siglo en Palestina, la crónica de un escritor en el paraíso y en el infierno. Un libro cuya lectura cuesta interrumpir.
Me coincidió leer este libro de Murado sobre Palestina a continuación de las memorias de Norman Lewis sobre su estancia en el Napoles de 1943-44, durante la guerra; y mira que el del inglés es un pequeño clásico dentro de los libros de memorias y que el lugar y el momento no podían ser más extraordinarios... y sin embargo el de Murado le da sopas con onda de sobra. Como guinda al pastel coincidió que Murado vino por Coruña a presentar otro libro (el de Galicia, que está muy muy bien) y pude quedar con él y charlar largo rato sobre lo de Palestina (y otros temas), con lo que obtuve una especie de versión extendida de este fabuloso libro. Igual que Daniel pienso que, de largo, Miguel es uno de los mejores escritores en lengua gallega... y cuando escribe en castellano, pues también es uno de los mejores en ese idioma (y en inglés e italiano tampoco es manco el hombre). Un tipo a conocer y disfrutar.
ResponderEliminarque vento, deses que se engolfan con todos os matices do gris no Con de Agosto, traería a Miguel a esta escola?
ResponderEliminarque alegría, dixen tantas veces que M.A.Murado é o mellor que lle sucedeu á lit. galega nos últimos anos que xa me aburro
Cunqueiro sorrí na súa tumba cada vez que sae un libro de poemas de Murado
cada artigo na Voz é unha raiola de intelixencia no medio da mediocridade insoportable, e da mentira sistemática, dese xornal
etc
seguro que a Miguel, como a ti, lle gustan os tesouros escondidos
copio da edición de "Lapidario" Xerais, 2004 un poema pequeno, ti terías escollido mellor, pero con Miguel non hai fallo
Anónimo marai
Mentres me preparaba para o combate
o vento tróuxome a primeira frase
dunha fermosa historia.
Para conservar o meu mellor verso
cóntollo a unha pequena
que colle auga no Mar Aral.
Sei que o verso vai ir medrando con ela
e antes se ha secar ese mar
que perderse a nosa canción.
Morro contento, na batalla cos tártaros,
porque sei que puxen
o meu único tesouro a salvo.
(Do pobo marai, de Asia Central, só se conserva unha canción de autor anónimo. Os marai foron exterminados pola Orda Nogai tártara).
Para contrastarmos coas opinións e as crónicas sobre Oriente Medio do Sr. Murado:
ResponderEliminarhttp://www.palwatch.org/
http://www.thememriblog.org/middleeastculture
http://muslimsagainstsharia.blogspot.com/
http://www.camera.org/index.asp?x_context=56&x_miscitem=20
http://www.ngo-monitor.org/index.php
http://www.memri.org/content/en/main.htm
http://www.memritv.org/
http://www.nytimes.com/2009/10/20/opinion/20bernstein.html?_r=2&partner=rss&emc=rss