14/1/10

Otro canon occidental


La pega fue el pájaro más familiar de mi infancia. En castellano recibe el nombre de urraca. Para nosotros las urracas eran unas peras con las que se nos hacía la boca agua.

José Jiménez Lozano

En Advenimientos de José Jiménez Lozano encontré esta historia sobre urracas, los pájaros, no las peras, o sea, sobre pegas:


"S., que es guarda forestal, me dice que hace menos de un mes se encontró al pie de una encina un libro que una urraca estaba arrastrando a alguna parte, porque ya se sabe que estas aves son irremediablemente cleptómanas, y las mujeres que se ponían a coser a la solana sabían que, si se descuidaban un poco, una urraca se las llevaba por delante un carrete, o las tijeras mismas. ¡Quién sabe! A lo mejor tienen un museo de antropología cultural de los humanos, porque ¿para qué puede querer una urraca un carrete de hilo, unas tijeras o en este caso un libro?

El guarda forestal me lleva a su casilla de guardia y me muestra el libro, una pequeña edición de kiosko de la magnífica Luz de agosto de Faulkner, con las hojas alabeadas por la humedad; pero no me extraña que las urracas se lo quisieran llevar, la verdad."

William Faulkner

A mí tampoco. ¡Hay que ver las pegas! Por lo visto, según los ornitólogos, demuestran una gran inteligencia y tienen una gran capacidad de comunicación con sus congéneres. Casi se las imagina uno leyendo en voz alta, son muy habladoras, el comienzo de Luz de agosto:

"Sentada a la orilla de la carretera, con los ojos clavados en la carreta que sube hacia ella, Lena piensa: 'He venido desde Alabama: un buen trecho de camino. A pie desde Alabama hasta aquí. Un buen trecho de camino.' Mientras piensa todavía no hace un mes que me puse en camino y heme aquí ya, en Mississippi. Nunca me había encontrado tan lejos de casa. Nunca desde que tenía doce años, me había encontrado tan lejos del aserradero de Doane."


Y ya no puede parar de leer la pega. En investigaciones recientes han comprobado que pueden reconocerse en un espejo, como los primates y los delfines. Y nosotros. Si lo hubiera sabido uno de niño, le hubiera consultado una lista de lecturas. Va a haber que tomarse en serio a las pegas y escribir a su dictado otro canon occidental.

6 comentarios:

  1. Recuerdo que lei ese libro (Luz de Agosto) por consejo tuyo y, al momento, se convirtió en uno de mis favoritos. Qué gran novela; leyendo esas primeras frases entran ganas de volver a ella.

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  2. Je je, yo pensé lo mismo, y lo voy a volver a leer.Un saludo y besos al nene.

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  3. Precioso.
    Alabeadas. Alabeo. No la conocía.

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  4. Curioso. Estoy con ese libro. Una auténtica novela de terror.

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  5. No lo conozco.preocuraré leerlo.
    Curioso documental de época de la reseña anterior.
    Es un terrible lastre mantener a la iglesia en los colegíos públicos,es una lucha que nos queda pendiente.
    Un saludo

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  6. Yo también recomiendo el libro (el de Faulkner quiero decir, de momento Jiménez Lozano forma parte de mi cultura lacustre, que decía Blanco). Hace ya bastantes años que leí "Luz de Agosto" y me resultó una experiencia demoledora. Es curioso, sin embargo, que apenas recuerdo el argumento. Sólo el calor asfixiante, el polvillo de los caminos de tierra, y un cierto peso en el estómago. Sí, quizá fuese una novela de terror...

    Una vez más, excelente entrada.

    Gracias.

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