10/6/09

Actrices

Llevaba un tiempo diciéndome que le debía un homenaje a unos seres que me han bendecido con horas de felicidad desde que tengo memoria. Y con lágrimas. Seres que derraman su gracia sobre este mundo y lo vuelven más habitable. Seres de luz y sombra, fantasmas de un sueño despierto, espectros del deseo. Espejos del corazón. Rostros. Actrices.

Y al calor de las entradas recientes pensé que estaba de más buscar otros ejemplos. Sobran las razones. Bastarían dos escenas para tributar el homenaje. Bastarían dos escenas para convertir Vania en la calle 42 en una obra memorable. Bastarían dos escenas para mostrar en qué consiste el talento insuperable de dos actrices extraordinarias, Julianne Moore y Brooke Smith. Bastarían dos escenas para evidenciar el arte de la interpretación en estado de gracia. Bastarían dos escenas para manifestar la exquisita armonía entre el trabajo de dirección (Louis Malle y André Gregory), camara (Declan Quinn) y montaje (Nancy Baker) a la hora de capturar con ritmo, precisión y transparencia los movimientos del alma, y llevarnos hasta las puertas del misterio, hasta el brocal mismo de un pozo insondable. Bastarían dos escenas para demostrar hasta qué punto el doblaje, en tanto que amputación de las voces originales de una obra cinematográfica, representa un crimen contra el cine, un atentado contra el arte de la interpretación.

De esas dos escenas, sólo encontré una, la reconciliación entre Elena (Julianne Moore) y Sonia (Brooke Smith), en versión original (no la encontré con subtítulos); la otra, el monólogo en off de Elena, uno de los grandes momentos del cine en el último cuarto de siglo y una de las cumbres del arte de Julianne Moore, no la encontré, y bien que lo siento. De todas formas, existe una edición en dvd de la película, no sé si ya descatalogada. Aquí tenéis la escena de la reconciliación de Elena y Sonia, aunque le falta un fragmento del comienzo:





Esta escena acontece al final del 2º acto de la película. Un poco antes, Sonia se ha despedido del doctor Astrov y, cuando se queda sola, asistimos a un momento íntimo y revelador subrayado por un salto de eje, eso sí, discreto. Cuando Sonia se despide del médico, la vemos de espaldas y mirando hacia la derecha, ocupando la izquierda de la pantalla, pero en cuanto se queda sola la vemos de frente, aunque ocupando el mismo lado de la pantalla y con el mismo tamaño del encuadre (primer plano) -de ahí la sutilileza del cambio de eje que abisagra el tránsito entre el diálogo y el monólogo, entre la relación con el otro y la relación con el propio yo-, mirando hacia el borde inferior izquierdo de la pantalla. Enseguida, con toda la naturalidad que se desprende de su posición sentada, Sonia, a solas consigo misma, mueve la cabeza y suspende su mirada en el ángulo inferior derecho de la pantalla, ensimismada, un poco en segundo término, sobre la mesa, un bodegón con un poco de queso, uvas y una manzana. Entonces asistimos al monólogo en que Sonia desnuda una esquinita del alma: "No me ha dicho nada y aun así me siento feliz". Se asombra y casi se avergüenza de que haya sido capaz de decirle al doctor que le gusta su voz. En silencio repasa lo que acaba de vivir y cae en la cuenta de que no puede hacerse ilusiones. Se le asombra la voz. Es una lástima que no sea guapa, es una desgracia ser fea. Las lágrimas empiezan a velar sus palabras. Mientras, a la derecha y al fondo, desenfocada, aparece Elena, se detiene al advertir la situación de Sonia. Se acerca un paso. Se detiene. Un corte en el eje nos acerca hasta un plano medio de Elena que aguarda unos instantes antes de hacerse notar: "Pasó la tormenta". Retrocedemos con panorámica y travelling acompañándo a Elena mientras se acerca a Sonia y se sienta junto a ella, en segundo término, componiendo un plano con las dos mujeres en primer plano. Sonia le da la espalda, un gesto acentuado sin cambiar de posición porque vuelve la cabeza hacia la izquierda de la pantalla. Aquí empieza el fragmento que acabáis de ver. Elena le pregunta por qué es tan seca con ella, entonces Sonia se vuelve con brusquedad, a la defensiva. Pero Elena insiste: "¿Por qué tenemos que ser enemigas?". Sonia es la hijastra de Elena. Corte, contraplano con Elena en primer término y Sonia que la encara: estaba deseando que se le presentara la oportunidad de derribar el muro que las separaba, hacer las paces. Ha llegado el momento propicio para las confidencias entre las dos mujeres y los sucesivos encuadres las encierran a ambas. Corte, contraplano más cercano, un poco por debajo del hombro de Sonia, en primer término, y a la altura del pecho de Elena que le agradece de corazón y le demuestra la confianza al confesarle que su marido -el padre de Sonia- y ella pasan semanas sin hablarse. Corte, contraplano de Sonia que escucha la confidencia en silencio. Corte, contraplano de Elena: "Bebamos". Sirve un vaso de vodka que compartirán rompiendo el hielo que queda entre ambas. Corte, contraplano de Sonia que, tras esbozar un gesto de brindis, bebe un sorbo y le tiende el vaso a Elena. Corte con raccord de movimiento, contraplano de Elena que toma el vaso, esboza también un gesto de brindis y bebe un sorbo. Corte, contraplano de Sonia: llevaba tiempo queriendo reconciliarse con Elena, le daba vergüenza. Se le llenan los ojos de lágrimas. Corte, contraplano de Elena: "¿Estás enfadada porque crees que me casé con tu padre por interés?" Le jura que se casó por amor, le explica qué la cautivó de su padre.Pero ahora sabe que no era amor, aunque creyó que sí. Se equivocó. Y Sonia lleva acusándola desde la boda. Corte, contraplano de Sonia que se defiende negándolo, pero Elena lo veía en sus ojos. Sonia prefiere cambiar de tema. Elena insiste: "No debes juzgar así a la gente". Corte, contraplano de Elena: "No te pega nada". Silencio. "Debemos confiar... ¿Cómo vivir si no?" Sonia quiere preguntarle algo, como amiga, en confiaza. Elena la anima a hacerlo. Sonia se atreve: "¿Eres feliz?". "No", responde Elena, sonriendo, confiada, descargando por primera vez su corazón. Corte, contraplano de Sonia que también sornríe: "Lo sabía". Ahora se han abierto las compuertas y una pregunta trae otra consigo: "¿No hubieras preferido un marido más joven?" Corte, contraplano de Elena: "¡Que niña eres!" Efectivamente hay algo infantil en la actutud de Sonia, o mejor, de hermana pequeña. "¿Sí o no?", insiste Sonia. "Sí", confiesa Elena. Y ríen las dos abiertamente, fugazmente felices en la burbuja de fraternidad que las envuelve. "¿Qué más?", invita Elena. Corte, contraplano de Sonia, ahora ya puede hacer la pregunta que la lleva abrumando tanto tiempo: "¿Te gusta el doctor?". Corte, contraplano de Elena: "Mucho". Sonia no puede contenerse: "A pesar de no estar aquí..." Corte, contraplano de Sonia: "...aún oigo su voz". Estaba deseando compartir su exaltación, descargar su corazón, como decía Shakespeare, a base de palabras. "¿Te parezco tonta?" Sonia quiere que Elena le hable de él, se le acerca, nunca han estado más cerca, nunca han alcanzado tal grado de intimidad: "¿No te parece maravilloso? Sabe hacer cosas, cura a la gente, planta árboles..." La percepción de Elena acerca del doctor es, a la vez, más honda y más idealizada: "Es mucho más que eso..." Sonia está encantada: "¿De verdad?" Corte, contraplano de Elena: "Cuando planta un árbol intenta ver el resultado dentro de mil años. Piensa en la felicidad del hombre. Alguien tan maravilloso..." El silencio de Elena impacienta a Sonia: "¿Qué?" Elena se abandona: "Hay que amarlo". Silencio. Bebe un sorbo de vodka. Sonia no puede estar más de acuerdo, claro que hay que amarlo, como lo ama ella, pero apenas esboza un "sí". Entonces Elena en un tono de voz con matices sombríos continúa describiendo el retrato del doctor Astrov: "Puede ser vulgar..." Corte, contraplano de Sonia, ahora en un primer plano más cercano, justo por debajo de las clavículas, asiente, mientras escucha los defectos del médico que desgrana Elena. Corte, contraplano de Elena, que conserva el mismo encuadre: "Vive rodeado de pobreza, ignorancia y enfermedades. Un hombre con una vida así..." Un breve silencio transita hacia un quiebro sutil en la voz: "Te deseo la felicidad...". Corte, contraplano de Sonia, en primer plano muy próximo, callada, escuchando a Elena que deja hablar al corazón: "Mereces ser feliz". Corte, contraplano de Elena, un nuevo quiebro en la mirada y en la voz para retratarse sin compasión: "Soy totalmente desgraciada". Corte, contraplano de Sonia, de nuevo en un primer plano más amplio, sonríe, es feliz. "¿Toco algo?", sugiere Elena. "Sí", responde Sonia, encantada, es tan feliz que no puede dormir. Corte, contraplano de Elena: "Díselo a tu padre, le molesta la música cuando no está bien". Sonia se dispone a salir pero antes besa a Elena. Sale de campo por la derecha. Nos quedamos con Elena. Nos acercamos lenta y suavemente hasta un primer plano muy cercano mientras la congoja hace presa en ella y el llanto acude y las lágrimas brotan. Hace un esfuerzo para contenerse. Se limpia las lágrimas. "Hace tanto que no toco". Se recompone. "Tocaré y luego lloraré como una estúpida". Bebe un sorbo de vodka para reanimarse. Se repasa los ojos con la mano. Sonia vuelve, se sienta. Elena sonríe. Sonia: "Dice que no". Se echan a reír. Corte, contraplano de Sonia en un primer plano muy cerrado, mueve la cabeza como diciendo qué otra cosa podíamos esperar. La reconciliación se ha sellado. La armonía entre las dos mujeres se ha restaurado. Pero apenas si han desvelado una esquina de lo más recóndito de su ser. En sus miradas han cristalizado destellos de un pozo profundo que nos hacen suponer los misterios insondables que albergan, En los pliegues de sus silencios y en las vibraciones de sus voces palpitan pulsiones abrasivas encerradas bajo siete candados.

La escena del monólogo en off de Elena pertenece al acto 3º y acontece unos meses después de la que acabamos de cribar. Sonia le ha confesado su angustia: ama al doctor Astrov pero él no le dice ni palabra, ni siquiera advierte su presencia. Elena se ofrece a averiguar con discrección si el doctor siente algo por Sonia. La hijastra acude a llamar al doctor con el pretexto de que Elena está muy interesada en sus mapas. Cuando Elena se queda sola, nos acercamos muy lentamente hasta casi acariciar sus pensamientos en un primerísimo primer plano y escuchamos su voz en off mientras se le pasa por la cabeza entregarse al doctor. Todo un seísmo se refleja en su rostro -un espejo de la tentación, de la conmoción del deseo atenazado- transitando desde la piedad por Sonia hasta el anhelo de entregarse sin reservas de una vez, y al mismo tiempo la culpa por traicionar a Sonia. Y los ojos se le van llenando de lágrimas sin llegar a derramarse. Hasta que los pasos de Astrov interrumpen su corriente interior y la dejan al borde del abismo. Puede contemplarse una y mil veces esta escena y no agotaremos el manantial de gracia, temblor, misterio, complejidad y hondura que atesora. El paisaje siempre inexplorado de las emociones humanas en el rostro de una actriz.

De las actrices.

(Y qué triste resulta contemplar cómo la industria del cine de Hollywood no está a la altura de semejante talento, qué pocas películas dignas le ofrecen a Julianne Moore, cómo es posible que una actriz como Brooke Smith acabe en Anatomía de Gray. Cuantos infiernos deberán atravesar los magnates -digo mangantes- que malbaratan sin tasa tanto talento. Tanto genio. No tienen perdón de los dioses del cine.)

No hay comentarios:

Publicar un comentario