Hay canciones que hacen latir más fuerte el corazón. Que nos cantan y nos cuentan. Que llueven memoria. Y melancolía. Grândola, vila morena. La canción que nos adoptó: hijos de la madrugada de aquel 25 de abril de 1974.
Había germinado diez años antes -casi día por día-, cuando Zeca Afonso dio un concierto en la Sociedade Musical Fraternidade Operária Grandolense el domingo 17 de mayo de 1964. Zeca Afonso figuraba en el programa de aquel espectáculo de fino gusto musical, como un innovador, con bellas y extrañas baladas. Al cantor le impresionó vivamente el guitarrista Carlos Paredes, que le precedió en el escenario, pero lo que le tocó el corazón fue aquella gente que formaba la Fraternidade Operária. A los pocos días les envió a aquellos amigos un poema en homenaje. Grândola, vila morena. Aún no era una canción pero ya los cantaba.
Entre los días 11 de octubre y 4 de noviembre de 1971, Zeca Afonso se reuníó con seis músicos bajo la dirección de José Mário Branco en el Strawberry Studio (instalado en el castillo de Hérouville cerca de París) para grabar uno de los discos imprescindibles de nuestro tiempo y una de las obras mayores de la música portuguesa: Cantigas do maio. El quinto tema del disco era Grândola, vila morena, una canción que, desde 1964 había perdido alguna estrofa pero había encontrado alguna otra con líneas memorables: À sombra d’uma azinheira / Que já não sabia a idade / Jurei ter por companheira / Grândola a tua vontade.
Zeca Afonso en tiempos de Cantigas do maio
Por lo visto fue José Mário Branco quien sugirió que la canción se interpretase a la manera de los coros alentejanos, repitiendo los versos de cada estrofa en orden inverso. Y por única compañía de las voces los pasos de unos caminantes (los seis músicos, con Zeca Afonso y José Mário Branco, armados con sus micrófonos respectivos) por el sabre del paseo que rodeaba el castillo, en los que resonaban la fraternidad operária de los caminos del Alentejo, una madrugada de aquel octubre. Cantigas do maio se publicó en diciembre de 1971. Zeca Afonso cantó Grândola, vila morena en directo por primera vez durante una gira por Galicia unos meses después, el 10 de mayo de 1972, en Compostela. Cuentan que nunca olvidó aquel concierto.
Y llegó la noche del 29 de marzo de 1974, en el Coliseo de Lisboa, cuando Zeca Afonso, en compañía de Fausto, Vitorino y cuantos habían participado en el 1º Encontro da Cançao Portuguesa, cierran el concierto cantando abrazados en el escenario Grândola, vila morena (sorprendentemente había pasado el control de la policía política) y acompañados por el público que había convertido la canción en su himno. Entre los asistentes al concierto se encontraban algunos militares conjurados del MFA que eligieron la canción como la consigna de la madrugada insurgente que se avecinada. El resto es historia.
Pasaban veinte minutos de la medianoche del 25 de abril de hace treinta y nueve años, y Leite de Vasconcelos, en el programa Límite de Radio Renassença, puso en antena Grândola, vila morena. Había comenzado quizá la última aurora de un siglo con tanta querencia por la noche de los tiempos.
Hace unas semanas el Tribunal Constitucional de Portugal paralizó los presupuestos del gobierno: eran injustos, atentaban contra la igualdad porque se recortaba en sanidad y educación para seguir financiando a los bancos. Cuando me enteré, no pude sino interpretar semejante lógica inapelable como una reminiscencia de abril. Vuelven a cantar Grândola, vila morena por las calles de Lisboa, en las ciudades de Portugal, quizá para resistir en la última barricada, si no de la esperanza, al menos de la razón.
Zeca Afonso (en el centro)
en uno de sus últimos conciertos,
el 5 de junio de 1982, en Guimarães.
Zeca Afonso -murió el 23 de febrero de 1987- no quiso ser enterrado con la bandera portuguesa. Sólo quiso por compañera una bandera roja, la de los trabajadores del mundo. (Porque aún había clases. Aún hay clases.) Un último canto de fraternidade operária.
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