7/6/10

Mi librería

Ésta va a ser una entrada triste. Me llevó horas decidirme a escribirla. Impone respeto apurar un réquiem. Cuando volvía al trabajo esta tarde a eso de las cuatro y media, al abrir el ordenador encuentro un correo de David Pérez Iglesias, acababa de enterarse de que cierra la librería Michelena. No sé cuántas veces la habré mencionado aquí. Ahora me arrepiento de no haberla incluido en las etiquetas, así podría contarlas, pero nunca imaginé fuera a cerrar. Aún no me hago a la idea. Cuando se cumplía el primer mes de esta escuela le dediqué un texto a las librerías con un título elocuente: Paraíso. Allí, entre tantas que habré visitado y algunas frecuentado, declaré que la librería Michelena es -me niego a escribir era- mi favorita. Tiene la edad de nuestro hijo: 29 años. No sé cuántas horas habré pasado allí.


Hace un rato estuve recorriendo los anaqueles de la biblioteca y hay tantos libros maravillosos con su etiqueta: Deshoras de Cortázar, Puerca tierra de John Berger, la Autobiografía de Kurosawa, Vidas minúsculas de Pierre Michon, Catedral de Carver, Más allá del oeste de Ángel Fernández-Santos, Arraianos de Méndez Ferrín Sobre la fotografía de Susan Sontag, Amapola y memoria de Paul Celan, Modos de ver de John Berger, Paseos con Robert Walser de Carl Seelig, los Poemas de Emily Dickinson, La geometría del amor de John Cheever, Cartas a Louise Colet de Flaubert... Por nombrar sólo catorce, como las bienaventuranzas. Cada uno de ellos y tantos otros amojonan algunos de los mejores momentos que he vivido en estas casi tres décadas, que se dice pronto. Este mes cierra la Michelena. El lunes 14 es día de liquidación. Quizá pase por allí, a llevarme cualquier libro, como quien se lleva un canto rodado del río del tiempo, como quien guarda una hoja de un olmo viejo en un cuaderno o una rosa en un libro para recordarnos que un día existió el paraíso. La Michelena, mi librería.

6 comentarios:

  1. No sé si te enteraste que la Editorial Bruguera cerró (o está a punto de hacerlo), también estos días.

    Con estas cosas sucede eso, gentes, lugares y nombres que estuvieron con nosotros "siempre" y creíamos inmortales, y zas, también se van, como todo.

    Sí que es una entrada triste. Pero gracias a ella hemos podido dar un paseo por un montón de librerías dignas de conocer, aunque haya sido "de lejos".

    No hay mal que por bien no venga, aunque eso no te vaya a quitar el amargor, y ¿quién sabe si alguien te lee y decide reflotarla?

    Un beso, Daniel.

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  2. Los siento. Los bienes culturales parecen ser los más frágiles. Ya sé que lo primero es llenar la panza, pero da mucha pena que se pierdan librerías, o cafés. Sitios donde uno va a llenar otras cosas que la panza.
    Un abrazo.

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  3. Ya tarde noche cuando iba a la biblioteca a sacarme libros de Enid Blyton, (Los siete secretos)la alegria ya era otra.

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  4. Desde a distancia, acabo de saber tamén eu, polo amigo en común David Pérez Iglesias, do triste anuncio do peche de Michelena...Lembro tardes de escapada -hai moitos anos xa- desde Vigo ou Compostela até unha Pontevedra con chuvia e algo escura, para pasar horas de fascinio entre libros, nese recanto ilustrado (dos poucos que ían quedando por Galicia) que sempre fora Michelena...Por iso comprendo moi ben a quen escribe este post e o seu estupor...En fin, non poderei despedirme de Michelena o lunes próximo, porque estou moi lonxe. Pero tamén eu lembrarei que unha vez alí existiu unha sorte de paraíso...

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  5. Lo lamento, Daniel.
    Yo también tengo mi librería -"PuntoAparte", se llama- en Mérida y me refiero a ella como mi segunda casa.
    Llevo visitándola 25 años y no quiero ni imaginar que algún día María eche el cierre,
    -ése que tantas veces he abierto yo mismo- por última vez.

    Abrazos.
    Elías

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