12/6/10

El abrazo

Nabokov en Ithaca

Mientras Nabokov terminaba Habla, memoria y escribía Lolita, daba clase en la universidad de Cornell, en el estado de Nueva York, y vivía cerca, en Ithaca. En septiembre de 1950 comenzó a impartir el curso Literatura 311-312 y las clases leídas por Nabokov se publicarán en forma de libro en 1980, tres años después de su muerte. La edición española, que yo leí en una traducción de Francisco Torres Oliver, se titula Curso de literatura europea. Nabokov se ocupa de Mansfield Park de Austen, Casa desolada de Dickens, Madame Bovary de Flaubert, El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde de Stevenson, Por el camino de Swann de Proust, La metamorfosis de Kafka y Ulises de Joyce. Y (nos) enseña a leer.

El mapa del Ulises por Nabokov

Lo he leído por partes a lo largo de los últimos doce o trece años y cada vez que lo retomaba me resultaba más asombroso el trabajo arduo que representaron para Nabokov esas clases, más aún si tenemos en cuenta que tampoco le pagaban gran cosa como profesor y lo ingrato que le resultaba dar clase. La lectura detallada, los esquemas, los planos, los diagramas, las notas en los ejemplares que manejaba dan idea de la dedicación con que se entregó a ese curso. Con la pasión de un detective que investigara el misterio de las estructuras literarias. Lunes, miércoles y viernes, entre las 12 y las 12,50. En las últimas páginas de la clase sobre Casa desolada -que lee para abrazar a Dickens- dedica tres párrafos al objeto amoroso del arte literario según Nabokov:

¿A qué nos referimos cuando hablamos de la forma de una narración? Nos referimos en primer lugar a su estructura, es decir, al desarrollo de la historia; a la elección de una u otra línea, a la elección de los personajes y al empleo que el autor hace de ellos, a su interacción, a los diversos temas, a las líneas temáticas y a su intersección, a los distintos giros que el autor introduce en la acción para producir este o aquel efecto directo o indirecto, así como la preparación de efectos e impresiones. En una palabra, nos referimos al esquema de la obra de arte. Eso es la estructura.

Otro aspecto de la forma es el estilo, es decir, el modo de funcionar de la estructura; a través del estilo, vemos las peculiaridades del autor, sus manierismos, sus numerosos y particulares trucos. Si su estilo es vívido, veremos la clase de imágenes que evoca, las descripciones que utiliza, el modo como procede; y si emplea comparaciones, veremos cómo emplea y varía los recursos retóricos de la metáfora y el símil, y sus distintas combinaciones. El efecto del estilo es clave para la literatura: es una clave mágica para comprender a Dickens, Gógol, Flaubert, Tolstoi y a todos los grandes maestros.

Forma (estructura y estilo) = Materia: el porqué y el cómo = el qué.

Nabokov y Vera, su mujer,
que mecanografiaba sus textos,
le buscaba documentación,
contestaba muchas de sus cartas,
corregía los trabajos de los alumnos,
organizaba la intendencia,
conducía el coche hacia el Oeste
cada verano, con él de copiloto,
y lo sostenía
, siempre.

Acariciad los detalles, les decía a los alumnos. Disfrutad de las revelaciones particulares que son la materia prima de la literatura. Reparad en la evocación vívida y sensual del puerto de Deal, cómo Dickens nos lo muestra mirando por encima del hombro de Esther, "los charcos plateados en el mar oscuro". El arte es un engaño, es magia, y el artista es un gran fingidor. Leed en busca del escalofrío, del arrebato. O mejor, no leáis, releed. Con el tiempo, leyendo esas clases magistrales -y después de haber leído Pálido fuego, Pnin, Lolita, Desesperación o Habla, memoria- uno se pregunta si hace falta dibujar un plano de la casa del doctor Jeckyll o del piso de Gregorio Samsa para disfrutar de Stevenson o Kafka.

En realidad, va germinando la convicción de que, con el pretexto de enseñar a leer a Flaubert o Proust, el verdadero afán consistía en enseñar(nos) a leer a Nabokov. Así es como quería que leyéramos sus obras. Así es como concebía la escritura y la lectura, como un acto de amor:

El arte de escribir es una actividad fútil si no supone ante todo el arte de ver el mundo como el sustrato potencial de la ficción. Puede que la materia de este mundo sea bastante real (dentro de las limitaciones de la realidad), pero no existe en absoluto como un todo fijo y aceptado: es el caos; y a este caos le dice el autor: "¡Anda!", dejando que el mundo vibre y se funda. Entonces los átomos de este mundo, y no sus partes visibles y superficiales, entran en nuevas combinaciones. El escritor es el primero en trazar su mapa y poner nombre a los objetos naturales que contiene. Estas bayas son comestibles. Este bicho moteado que se ha cruzado veloz en mi camino se puede domesticar. Aquel lago se llamará... Esa bruma es una montaña y aquella montaña tiene que ser conquistada. El artista maestro asciende por una ladera sin caminos trazados; y una vez arriba, en la cumbre batida por el viento, ¿con quién diréis que se encuentra? Con el lector jadeante y feliz. Y allí, con un gesto espontáneo, se abrazan y, si el libro es eterno, se unen eternamente.

4 comentarios:

  1. Me encanta Nabokov... y no tengo ese libro de sus lecciones. Otro para el saco de compra.

    En un libro que tengo sobre historia natural decican un capítulo a la estancia de Nabokov en Harvard (antes de mudarse a Cornell), donde se dedicaba al cuidado de la colección de insectos y a su otra gran pasión (a lo que Vera siempre le llevaba en coche): la búsqueda y catalogación de nuevas especies de mariposas, arte que tuvo que abandonar con gran pesar cuando su vista comenó a fallarle. Hay un género de lepidopteros llamado Navokovia en su honor.

    En Cornell uno de sus más egregios alumnos, y muy influido por sus enseñanzas, fue Thomas Pynchon, actualmente un poco más de moda por la reciente publicación en castellano de su penúltima novela, "Contraluz".

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  2. Gracias por la recomendación, me encanta lo de " Leed en busca del escalofrío, del arrebato. O mejor, no leáis, releed". Por cierto que la foto de LIFE me parece magnífica. Define un mundo y un modo de vida.

    Abrazos.

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  3. Gran entrada, Nabokov es uno de los escritores que más admiro, ya no solo por sus libros que son maravillosos y es que además de gran escritor era un gran lector, un hombre de infinita cultura.
    Este invierno pasado compré Curso de literatura europea y curso de literatura rusa, hay un tercero sobre El Quijote, pero no lo tengo.
    De hecho todavía no he leido ninguno de los dos que tengo aunque espero hacerlo en breve.

    Habla memoria, La defensa de Luzhin, Ada o el Ardor,creo que no se puede elegir entre tantos y tantos, pero estos tres son los que mas recuerdo.

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  4. Yo tenía un profesor que nos daba Historia de la Pedagogía. que llevaba unos apuntes de cuando él estudio la carrera.(le faltaba ya poco para jubilarse), los trataba con sumo cuidado como si fueran hallazgos arqueológicos a punto de descomponerse.
    Todo lo contrario de los que muestra tu última foto… Un hombre ensimismado en su trabajo hasta en el asiento del coche.

    Ya que he mordido la manzana y me han expulsado del Paraíso hago mías sus palabras y que se caiga el carro por el pedregal: “Lolita, luz de mi vida, fuego de mis entrañas. Pecado mío, alma mía. Lo. Li. Ta”.

    “Acariciad los detalles”, que sencillo y que difícil.
    Un abrazo, maestro.

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