Hace casi dos años traje a la escuela el cine de Mike Leigh con Secretos y mentiras (1996). Hoy vuelvo con Another year (2010). Me había decepcionado un poco la anterior, Happy-Go-Lucky (2008), pero he vuelto a recuperar el mejor cine del autor de aquella obra maestra, y de Todo o nada (2002) que había sido su última gran película. Hasta anteayer por la noche.
El gran cine de Mike Leig asoma en la pantalla no como una película sino como un trozo de vida extraído del fluir del tiempo. Los actores que dan cuerpo a los seres que transitan por sus imágenes, no es que interpreten con naturalidad, es que no parecen actores, son Tom, Gerri, Mary, Ken... en Another year. Más que un relato, sus mejores películas devienen documentos lacerantes. Por eso, parecen atrapados con la cámara sin guión, sin una escritura previa. Pero en realidad brotan de una escritura paciente y libre -el viento sopla donde quiere (y la vida no pide permiso para manifestarse)- en todos los frentes, con los actores, el director de fotografía -Dick Pope, el habitual de Leigh-, el director artístico... un palimpsesto que milagrosamente desaparece cuando vemos algo tan verdadero destilado en la pantalla, como Another year.
Gerri (Ruth Shenn) y Tom (Jim Broadbent)
Un año -o como dice el título, otro año, un año más- en la vida de unos pocos personajes que van y vienen en el curso de las cuatro estaciones, que se mueven en torno al matrimonio maduro formado por Tom (Jim Broadbent) y Gerri (Ruth Sheen), que parecen una pareja perfecta, de ésas que han envejecido bien, disfrutan de las horas de ocio con su huerto, viven de forma gratificante las rutinas diarias y comparten comidas o cenas con amigos, como Mary (Lesley Manville) o Ken (Peter Wright), seres solitarios e infelices para los que el matrimonio amigo representa un centro de gravedad para una existencia errática y un abrigo en la intemperie de sus vidas.
Ken (Peter Wright) y Mary (Lesley Manville)
Unas pocas escenas, suturadas con sabias elipsis entre estación y estación, permiten aflorar el desamparo y la desolación de unos personajes que arrastran los errores del pasado, las erosiones del tiempo y el vacío irremediable que germina en la búsqueda desesperada de la felicidad, ese grial que Mary -una gran Leslie Manville- persigue a tumbos y a tientas, que nos aflige, irrita y conmueve a partes iguales.
Porque no hay nada más doloroso que unos seres desgraciados como Mary y Kent cuando se ven en el espejo de Tom y Gerri; frágiles mariposas, giran angustiadas en torno al fulgor de esa pareja feliz que, no sólo no les sirve de consuelo, sino que se convierte en combustible de su amargura.
En esa cruel paradoja, que Mike Leigh va desgranando con honda levedad y que nos toca, como sin querer, la fibra íntima, donde la más liviana caricia lastima, anida la grandeza de Another year, una película que se cierra con un primer plano de Mary, abismando su mirada en los adentros; una imagen sobrecogedora, porque lleva inscrita no sólo el tiempo perdido sino también el por venir. Otro año, otro año, otro año... Maldita felicidad.
Yo sólo he visto "secretos y mentiras". Es una teleraña espesa esa de que lo mismo que nos ofrece consuelo y esperanza sea, como tú dices, el combustible de nuestra amargura.
ResponderEliminarUn abrazo, Daniel