23/10/11

La caridad de la cólera

En esta mañana cuando el viento zumba como si nos quisiera llevar a saber dónde, leo junto al ventanal La Folie Baudelaire de Roberto Calasso, a cachitos, para no perderme los rociones de este mar de plomo y el claror que resiste en Sálvora y más allá las embestidas de los grises que llegan densos amenazando desde la línea del horizonte. Cuántas semanas sin contemplar una película así.

Baudelaire por Etienne Carjat, 
retrato de 1863 

A Baudelaire le gustaba que los críticos encontraran en sus prosas sobre los salones (de pintura) afinidades con las páginas que un siglo antes les había dedicado Diderot. El autor de Las flores del mal congeniaba con el de La paradoja del comediante y, quizá porque nadie subrayara la filiación -o no tanto como quisiera- el propio Baudelaire se encargó de airearla en una nota al Salón de 1846:

"Recomiendo a aquellos a quienes mis piadosas cóleras hayan podido escandalizar la lectura de los Salons de Diderot. Entre otros ejemplos de caridad bien entendida, encontramos que el gran filósofo, a propósito de un pintor que le habían recomendado y que tenía una familia a la que mantener, dijo que había que abolir o sus cuadros o su familia."

Enseguida señala Roberto Calasso que "en vano se buscará ese pasaje en los Salons de Diderot. Pero sin duda era así como le hubiese gustado a Baudelaire que escribiese Diderot".

Cuántas veces habría que tomar ejemplo del mar y de Baudelaire y escribir con la caridad de la cólera.

1 comentario:

  1. Pues no he leido nada de Calasso, pero ya lo he anotado.
    Gusto de leerte Daniel
    Besos

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