24/9/11

Razones para no perderse lo último de Urbizu

Ya dije qué pensaba de Enrique Urbizu en una entrada intempestiva. Para si queréis ahorraros un viaje hasta ella lo diré de otra forma: se me pusieron los dientes largos desde que hace unos meses supe que tenía una nueva película a punto, ante la promesa de un banquete... de cine. Me bastan los dedos de una mano para contar los cineastas de aquí que me producen semejante efecto.


Pues bien, esta tarde vimos en un cine de Vigo lo último de Urbizu, No habrá paz para los malvados, un título donde resuena el último Lumet -un cineasta que tanto le gusta a Urbizu-, una película de cine negro con un protagonista en el que reverberan ecos del western. Como se trata de un filme recién estrenado, no destriparé la trama -ni siquiera voy a apuntarla- y me limitaré a desgranar razones para verlo:

. Porque se trata de una buena película de género y género del bueno escasea. Y hacer una buena película de género es casi tan difícil como hacer una buena comedia. Y No habrá paz para los malvados es una película sobria, física y tensa, como debe ser un buen thriller. Una mirada desasosegante sobre nuestro mundo.

. Porque conjuga el rigor, la precisión y la intensidad en cada plano. En cada escena rentabiliza lo que sabemos, cuenta lo justo para incrementar nuestra tensión  y nos mete de cabeza en la siguiente para apretar un poco más el nudo de la trama. Una férrea construcción donde no hay lugar para psicologismos ni efusiones sentimentales. Otro guión modélico de Enrique Urbizu y Michel Gaztambide.

. Porque representa un ejercicio magnífico de suspense construido a través de un estratégico desplazamiento en el punto de vista: de pronto sabemos más que el protagonista. Pero sin hacer trampas; dejamos de ver la película a través del punto de vista del personaje principal, porque sus antagonistas lo han descubierto. El juego de miradas empuja el relevo en el punto de vista y su alternancia posterior.

. Porque todos los personajes cuentan. Hasta los que tienen una sola escena. O lo que es lo mismo. cada personaje es contado por la película. Aun los que apenas permanecen dos o tres minutos en la pantalla, son seres vivos, tienen su historia, y esa escena nos permite imaginarla. Y con Urbizu todos los actores están siempre bien, como mínimo.

. Porque nos obliga a compartir la mirada del personaje más oscuro con un pasado turbio que jamás -gracias, gracias, gracias, Urbizu- se vuelve explícito, pertenece a esos 4/5 del iceberg que deben -siempre- permanecer sumergidos en la película. Son las lecciones de tío Ethan -Ethan Edwards, claro, el de Centauros del desierto, ¿cuál si no?- que jamás olvida el cineasta.

. Porque la mirada de No habrá paz sobre los malvados -es, sobre todo, una película sobre la mirada- aflora con todo el horror en las últimas imágenes de la película que destilan un final espléndido.

José Coronado y Enrique Urbizu en un momento del rodaje 
de No habrá paz para los malvados

Podrían haber sido treinta y seis razones. Bastan seis. Sobran razones para no perderse lo último de Urbizu.

3 comentarios:

  1. Muchas gracias, Daniel, por ponerle letra, como bien sabéis los de tu oficio, a sentimientos como la emoción y el desasosiego, que es lo más parecido que se me ocurre para traducir el "thriller", lo "thrilling".
    Esta película me huele muy bien a algo muy podrido, a ese lado salvaje (así lo llamarían en la Velvet, supongo) de nuestro mundo cotidiano. Ya el título es esclarecedor: Me lo olía, y un reportaje-entrevista con el propio Urbizu lo delata: Una cita de las Escrituras, Isaías. Profetas... profecías, con esa atmósfera pesada de humos y neón, Coronado como un ángel exterminador, personajes apocalípticos, tan propicios para un Western (ahí el Predicador, y Will Munny, ambos de Eastwood). No habrá paz para los malvados, es... ni más ni menos que no hay redención posible. Maravilloso cine negro. Imprescindible.

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  2. Pues vamos a verla este viernes que tenemos canguro :)

    Un beso

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  3. ¡Cualquiera se la pierde así recomendada!
    Volveré a tu entrada después de verla, porque si he de ser sincero, no he querido leer antes de hacerlo con demasiado detalle.

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