4/9/11
La mirada
De todos los Pessoa, fue Alberto Caeiro el primero que conocí -hace casi cuarenta años- y el último que amé. Prefería a Álvaro de Campos (Ao volante do Chevrolet pela estrada de Sintra / Ao luar e ao sonho, na estrada deserta, / Sozinho guío, guío quase devagar, e um pouco / Me parece, ou me forço um pouco para que me pareça, / Que sigo por outra estrada, por outro sonho, por outro mundo...), a Ricardo Reis (Segue o teu destino, / Rega as tuas plantas, / Ama as tuas rosas. / O resto é a sombra / De árvores alheias...), a Pessoa mismo (O poeta é um fingidor, / Finge tâo completamente / Que chega a fingir que é dor / a dor que deveras sente...), discípulos todos del maestro Alberto Caeiro; y desde luego al Bernardo Soares del Livro do Desassossego, un libro de cabecera para las noches desveladas y las horas ensoñadas (Dormia tudo como se o universo fosse um erro...). Me llevó su tiempo sentir la simplicidad y el estoicismo -y sensualismo- de Alberto Caeiro, quizá porque encuentras a un poeta cuando más lo necesitas -una candela, amparo o un bálsamo- y Pessoa inventó poetas para todas las edades de la vida; hasta la verdad se inventa -es decir, se la trae de muy lejos-, como nos enseñó Antonio Machado. O quizá porque, cuando llegó a mis manos, quería dejar atrás la aldea y ahora, cada vez que vuelvo a la casa donde nací -cada vez con más frecuencia, aun sin ir- comprendo que no me fui nunca por lejos que me fuera. O quizá porque la memoria es un paseante que ama la lluvia -¡Maravíllate. memoria! / recuerdas lo que no ha sido... canta Pessoa- y nos cala con las primera luces que nos alumbraron, y sólo desde ellas se puede construir una mirada sobre las cosas esenciales, el lugar para ver, el teatro de los adentros. Ver, por ejemplo, que Alberto Caeiro es el poeta de la mirada, y el maestro de ese Pessoa cuyo único deseo era ver y se veía como el único poeta de la Naturaleza.
Os dejo dos fragmentos y un poema de O Guardador de Rebanhos de Alberto Caeiro y la traducción de Ángel Crespo:
Pensar incomoda como andar à chuva
Quando o vento cresce e parece que chove mais.
Não tenho ambições nem desejos.
Ser poeta não é uma ambição minha
É a minha maneira de estar sozinho.
Pensar es incómodo como andar bajo la lluvia
cuando el viento arrecia y parece que llueve más.
No tengo ambiciones ni deseos.
Ser poeta no es una ambición mía.
Es mi manera de estar solo.
Da minha aldeia vejo quando da terra se pode ver no Universo....
Por isso a minha aldeia é grande como outra qualquer
Porque eu sou do tamanho do que vejo
E não do tamanho da minha altura...
Desde mi aldea veo cuanto del Universo se puede
contemplar desde la tierra...
Por eso es mi aldea tan grande como cualquier otra
tierra,
porque yo soy del tamaño de lo que veo
y no del tamaño de mi estatura.
O meu olhar é nítido como um girassol.
Tenho o costume de andar pelas estradas
Olhando para a direita e para a esquerda,
E de vez em quando olhando para trás...
E o que vejo a cada momento
É aquilo que nunca antes eu tinha visto,
E eu sei dar por isso muito bem...
Sei ter o pasmo essencial
Que tem uma criança se, ao nascer,
Reparasse que nascera deveras...
Sinto-me nascido a cada momento
Para a eterna novidade do Mundo...
Creio no mundo como num malmequer,
Porque o vejo. Mas não penso nele
Porque pensar é não compreender...
O Mundo não se fez para pensarmos nele
(Pensar é estar doente dos olhos)
Mas para olharmos para ele e estarmos de acordo...
Eu não tenho filosofia; tenho sentidos...
Se falo na Natureza não é porque saiba o que ela é,
Mas porque a amo, e amo-a por isso
Porque quem ama nunca sabe o que ama
Nem sabe por que ama, nem o que é amar...
Amar é a eterna inocência,
E a única inocência não pensar...
Mi mirada es nítida como un girasol.
Tengo la costumbre de ir por los caminos
mirando a la derecha y a la izquierda,
y de vez en cuando mirando para atrás...
Y lo que veo a cada instante
es lo que nunca había visto antes,
y me doy cuenta muy bien de ello...
Sé sentir el pasmo esencial
que siente un niño si, al nacer,
de veras reparase en que nacía...
Me siento nacido a cada instante
a la eterna novedad del Mundo...
Creo en el mundo como en una margarita
porque lo veo. Pero no pienso en él
porque pensar es no comprender...
El mundo no se ha hecho para que pensemos en él
(pensar es estar enfermo de los ojos),
sino para que lo miremos y estemos de acuerdo...
Yo no tengo filosofía: tengo sentidos...
Si hablo de la naturaleza, no es porque sepa lo que es,
sino porque la amo, y la amo por eso,
porque quien ama nunca sabe lo que ama
ni sabe por qué ama, ni lo que es amar...
Amar es la eterna inocencia,
y la única inocencia es no pensar.
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No pienso, siento que que escribes maravillosamente bien.
ResponderEliminarMe ha resultado muy cercano, el poema y la traducción.
ResponderEliminarÁngel Crespo es un personaje muy recordado en Calaceite, cerca de Torre del Compte, en la misma comarca del Matarraña en Teruel, el pueblo al que siempre quiero volver.
En Calaceite vivió también Donoso, y allí se dieron cita amigos suyos del boom latinoamericano como Vargas Llosa, García Márquez o Carlos Fuentes, y editores como Carlos Barral o Gustavo Gili.