16/11/10

La guadaña


Como tantos símbolos, la guadaña encierra un significado dual: representa la muerte pero también la cosecha, acabamiento y renacimiento, consumación y esperanza. Principio y fin. Pero el cine ha eclipsado otra iconografía de la guadaña que no sea la muerte, desde Vampyr (1931) de Carl Theodor Dreyer hasta  La cinta blanca (2009) -también titulada El lazo blanco, depende de los medios- de Michael Haneke, en la que un campesino destroza con la guadaña un campo de repollos, como si cercenara cabezas; una escena que pone los pelos de punta.


Pero siempre experimenté una íntima resistencia a ver en la guadaña un signo de la muerte, porque me recuerda la infancia.

De niño, podía pasarme horas viendo a mi abuelo segar un campo de hierba y, de hecho, me las pasaba contemplando la danza de la guadaña: el giro de la cintura con el trazo elegante del semicírculo de derecha a izquierda, el compás repentino, el siseo en el tajo de los tallos... Y el perfume de la hierba que yo recogía en brazados e iba formando medas mientras mi abuelo segaba. Cada cierto tiempo, le daba la vuelta a la guadaña y la apoyaba en el extremo del mango, sacaba la piedra de afilar que llevaba sujeta entre el cinto y el pantalón de mahón, y la pasaba por el filo de la cuchilla, dos veces de izquierda a derecha por encima y dos veces de derecha a izquierda por debajo del corte, y otras dos veces por cada lado. A menudo, mientras afilaba la guadaña, silbaba Carmiña, Carmela. Luego volvía a sujetar la piedra de afilar en el cinto, daba la vuelta a la guadaña y seguía la danza de la siega.       

Nunca aprendí a segar con la guadaña. Quizá porque tampoco aprendí a bailar.


A Cheever le gustaba rematar las horas dedicadas a la escritura cortando leña o segando. Pero nada podía compararse a la siega y le escribía a William Maxwell sobre la magia de la guadaña, que requiere para su uso un equilibrio y una gracia especiales. Alguna vez contó que al segar pensaba en Tolstoi y en Anna Karenina, y se sentía unido a la corriente de una experiencia universal, y aristocrática.

Bueno, mi abuelo habría sonreído de medio lado si alguien le hubiera espetado lo de aristocrático al aquel de segar.

Cheever logró su maestría con la guadaña gracias a un jardinero, un comunista lituano clavado a Van Gogh, que le regaló una piedra de afilar -como un diploma- cuando el escritor acabó su periodo de aprendizaje. Durante el resto de su vida, cuenta su biógrafo Blake Bailey, cuando Cheever caía en el abatimiento, segaba. Trabajar con la guadaña se convirtió en un bálsamo tan eficaz como el alcohol. Me pregunto si habrá alguna fotografía suya segando.

Creo que Cheever también se pasaría horas contemplando la danza de mi abuelo con la guadaña.

6 comentarios:

  1. No he visto "la cinta blanca" y mira que tengo ganas. Mi padre fue segador "a jornal", Daniel, en su casa eran muchos hermanos asi que el, que era el más rápido, cogía su guadaña e iba a segar para los vecinos. Le pagaban una miseria y le daban de comer pero volvía feliz a casa celebrando el peso de las monedas en los bolsillos. Cuando yo era pequeña todavía segaba. Las mañanas del verano me despertaban las golondrinas y el sonido del martillo "picando" la guadaña sobre el yunque. Son recuerdos felices por eso también a mi me cuesta ver la guadaña como símbolo de la muerte.

    Un abrazo, Daniel

    ResponderEliminar
  2. Pues a mi la guadaña siempre me ha dado mal rollo, supongo que es porque no la he visto desde ese punto de vista vuestro.
    Otra peli que queda anotada para pronto.

    ResponderEliminar
  3. A mí "La cinta blanca" me decepcionó en general. Esperaba mucho más después de todo el bombo que le habían dado, aunque es cierto que la escena de la guadaña pone los pelos de punta.
    Me han gustado mucho más tus descripciones sobre tu abuelo atareado y Cheever.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  4. estaba alí, toucoume isto:

    eu collín herba co fouciño, coa gadaña, coa máquina da man, coa rotativa do tractor, co autocargador... con vento, sol, chuvia, frío, erballo, e si, coller herba a gadaña é realmente bonito, o outro día falabas da beleza e da melancolía do xeométrico, pois iso, é un traballo que te leva a outro lugar de ti, bo para o silencio, bo para pensar, para estar con un mesmo, precisa atención

    cando cheguei a afiar coa pedra sen ter que mirar (os dedos a dous centímetros, a toda pastilla, á beira do fío da gadaña), non vexas cómo se enchía o peito

    o máxico para min era cando o meu avó, ou o meu pai, picaban a gadaña, con pequenos golpes, moi esactos, cun martelo apuntado sobre un ferro (o ferro de picar a gadaña), meu avó poñía os óculos, papá fumaba, era un tempo moi tranquilo e deixábanme mirar, non piquei ata ser un mozo, diso dependía a duración e o corte da folla
    un día mentres picaba a gadaña, o meu pai parou un momento, mirou para a chuvia, unha de primavera, as que aman os labradores de aquí,e dixo "parece que fala coas cousas", e seguiu coma se nada, pero para min nunca volveu a chover igual, a miña mirada cambiou para sempre

    deixo un poema extraordinario de U. Novoneyra que fala diso, da gadaña, do tempo, dos nomes das cousas, das estirpes
    ____________

    ONDE só queda alguén pra aguantar dos nomes
    poño eu a ampla fronda
    a redroma dun castiñeiro
    e sentada á súa sombra xunta a longa estirpe do último labrego.

    Non coma as estirpes dos reis
    ciscadas en múltiples pazos e alcázares
    e países diversos
    senón as estirpes campesiñas
    xeraciós e xeraciós
    xuntas á porta das casas pechadas
    na escaleira de pedra
    ou nas raigañas fóra dunha árbore coma esta.

    Estirpes da gleba
    amosados mortos que nin oxa o sol de Xullo
    cando se erguían pra gadañar co orvallo!

    Gadañarei outro ano
    gadañarei en homenaxe
    non por que a herba volva tenra e igual
    e defender os prados gañados á bouza.

    Gadañarei coma nas grandes rogadas do Vrao
    tralos gadañeiros sucesivos
    lambendo con brío os calcaños de diante.

    Ir e vir da gadaña canta a ritmo binario
    sobre un fondo de roxe ou río contino.

    ______________

    apertas

    ResponderEliminar
  5. Me gustan los recuerdos de los nietos hacia sus abuelos, los buenos recuerdos.

    Me gusta esa frase de que no aprendiste a segar porque tampoco aprendiste a bailar.

    No sabrás segar pero hilvanar lo haces muy bien.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  6. Tambien me trae recuerdos de mi abuelo en el campo, campos que ahora son villas y poblaciones, donde el único verde es el que se ve en las plazas de los barrios. Recuerdo a mi abuelo en el campo junto a mis tíos, segando pastos, silvando trinos, compartiendo un charqui de caballo, mientras los nietos nos mojabamos y embarrabamos en la acequia.

    Sin duda con esos recuerdos piensas, "Todo tiempo pasado fue mejor..."

    ResponderEliminar