
Desde que publiqué la entrada anterior me entretuve en leer aquí y allá algunas páginas sobre los pasajes rituales que comunican el terror y la máscara. El sabio Francisco R. Adrados en su obra de referencia Fiesta, Comedia y Tragedia. Sobre los orígenes griegos del teatro cuestionó los orígenes dionisíacos del teatro e indagó en el sustrato campesino de los géneros dramáticos. De paso, trazó los itinerarios que me guiaron por los pasajes misteriosos que me interesaban. El teatro griego sistematizaría elementos de los rituales agrarios, satíricos y dionisíacos en la Tragedia, el primer género teatral, que sería incorporado en las fiestas en honor de Dionisos que se celebraban en Atenas por estas fechas.
El teatro (y la poesía en general), en la tradición griega antigua, son el resultado del entusiasmo -o inspiración divina- que produce la manía -o locura- en el poeta, en los actores, en el público. Por así decir, la inspiración divina atraviesa al autor, actores y público con una corriente orgiástica y los reúne en un rapto en el que quedan abolidas las coordenadas temporales, los roles sexuales y el mundo se vuelve del revés. Es el encuentro del Mito con el Rito en la Fiesta donde todo es posible. Supone una liberación que pone al hombre en el camino de un nuevo conocimiento. En ese sentido, el teatro representa un espectáculo demoníaco (de daimon), es decir, debe trastornarnos. Dicho de otra forma, el teatro debe causar un efecto.
Relacionados con los fundamentos metafísicos del teatro -el entusiasmo y la manía-, encontramos dos conceptos claves en el espectáculo teatral para los griegos, y particularmente en la Tragedia: la mímesis y la catarsis. La mímesis -o imitación- tiene que ver con la representación de una acción humana y la catarsis con el efecto -purificador- causado por la representación. La mímesis deriva de términos como mimos, que se refería originariamente al cambio de personalidad que se experimentaba en ciertos rituales agrarios en que los fieles sentían que se encarnaban en ellos seres de otra naturaleza -animales, dioses o héroes-, o como mimeísthai que se refiere a representar o encarnar un ser alejado de uno. Como mimos, somos poseídos por otro ser. Como mimeísthai, hacemos como que somos otro.
El teatro griego, o mejor, el primero de sus géneros, la Tragedia, cuaja en torno al 535-534 a. de C. en las Grandes Dionisas, las fiestas fundadas por Pisístrato y cuyo primer concurso trágico fue ganado por Tespis. Es decir, la Tragedia nace en un ritual creado para las fiestas dionisíacas, pero no nace de esas fiestas, no tiene carácter dionisíaco sino que era un espectáculo que se celebraba durante las fiestas dedicadas a Dionisos. Ese primer concurso ganado por Tespis lo ha investido con el título de "inventor" de la Tragedia. Era un orkhestés -un bailarín- del coro que inventó al primer actor, el hypokrites. Aunque hay quien habla de un hypokrites anterior a Tespis, o a quienes represente (o enmascare) ese tal Tespis. Con el hypokrites la Tragedia se aleja de la lírica coral al tratarse de un actor que no vuelve a integrarse en el coro y cobra protagonismo. Aun cuando hay otros elementos codificados del teatro griego a mediados del siglo VI a. C., que provenían de una tradición que hundía sus raíces en los rituales agrarios, cabe señalar otro "invento" atribuido a Tespis.

Habría que subrayar el carácter palpablemente visible de las innovaciones de Tespis. No es casual, teatro significa en griego "lugar para ver". Sacar un actor del coro para convertirlo en protagonista supone un rasgo de visibilidad que facilita tanto la mímesis como la catarsis. El otro "invento" de Tespis consiste en visibilizar la mímesis con ayuda de la máscara, que está ligada en sus orígenes a un carácter entre terrorífico y grotesco de los muertos y de las divinidades infernales, divinidades de la vida que renace, es decir, de las fiestas agrarias de final de invierno y comienzos de la primavera, y de la que el carnaval o entroido o carnestolendas es una manifestación que cuajó en las culturas de origen cristiano, tal como se representa en la batalla de don Carnal y doña Cuaresma del Libro del Buen Amor del Arcipreste de Hita. Se conserva un vaso ático del 470 a. C. con la figura de un muchacho con una máscara teatral. Por lo visto al principio se untaba el rostro de albayalde, luego se lo cubría de verdolaga y finalmente se introdujo la máscara de lino. Sucesores de Tespis como Querilo y Frínico generalizaron el uso de las máscaras y el primero habría introducido las máscaras de mujeres.

creo que nesta entrada, dalgunha maneira, te disfrazaches de roubanenos, outra vez
ResponderEliminareu polo menos ando á busca dun agochadeiro
que medo
persoa, máscara, en Xinzo dise PANTALLA
na casa, no cole, dicían: hai que ser persoa!
e mira ti que oficio acabamos facendo
a familia monster de persoa: personalidade, impersonal, despersonalizado, interpersonal, personarse
e o cerebro alí a escuras o pobre dentro do cráneo traballa que te traballa, como un cineasta
que descanso debe ser para el poñerse unha máscara de entroido, deixar de soster a tramoia por unhas horas
anque se es materialista... malo, se non o es... malo tamén
acabo de lembrar "O enterro da sardiña" de Goya, ese estandarte sobre a moitedume
mellor voume ver as comparsas, que pare algo a cabeza
mira que se nos atopamos no desfile vai ser engraçado como din os veciños