25/11/09

El hombre de las rosas

Ángeles me regaló uno de los libros que suspiraba por leer: John Ford. El hombre y su cine, de Tag Gallagher. Acaba de editarlo Akal. Casi ochocientas paginas, formato medio, tapas duras y sobrecubierta. Una edición revisada de la original inglesa de la que ya os hablé aquí, de paso que os contaba quién era Tag Gallagher. Y cómo era. Pero cuando escribí sobre él no disponía de una foto suya, sólo de la descripción -aún no sabía hasta qué punto era fiel- a cargo de Pepe Coira.


Éste es Tag Gallagher. La foto fue realizada hace medio año en Buenos Aires durante el BAFICI. La encontré esta mañana y me apresuré a enviársela a Pepe Coira para que me confirmara que efectivamente se trataba de Tag Gallagher. Y sí, es él, el mismo que viste y calza -hoy como entonces-, sólo que desde que estuvo en el CGAI hasta ahora echó barriga. El hombre que ha escrito muchas de las mejores páginas que se hayan vertido nunca sobre John Ford, sobre el hombre y sus películas.

John Ford, rodando en Monument Valley

Cabe desgranar algunos ingredientes que convierten el libro de Tag Gallagher sobre John Ford no sólo en una obra apetecible sino recomendable: un profundo conocimiento de la filmografía del cineasta que le permite establecer correspondencias, enhebrar líneas temáticas, abrir pasajes entre la obra de Ford y la de otros cineastas -como Rossellini, al que Gallagher dedicó también sus desvelos, o como Renoir-, y alimentar corrientes significativas entre las películas mudas y las sonoras, iluminando las claves del cine de Ford y desvelando las formas que cuajan en la pantalla -a propósito de la estilización de las emociones, por ejemplo-; y una cuidada selección de los fotogramas que ilustran el texto en el lugar preciso de la página, lástima que todos esos fotogramas -tan esclarecedores- se hayan reproducido en blanco y negro aunque correspondan a películas en color (duele especialmente cuando se trata de filmes como El hombre tranquilo), menos mal que Ford rodó la mayor parte de sus películas en blanco y negro (y que lo prefería al color), a modo de muestra (y sólo a ese título) os dejo un par de las páginas que le dedica a The Sun Shines Bright (El sol siempre brilla en Kentucky, 1953)



Y no podría dejar de subrayar la pasión con la que Gallagher nos comunica el amor por la obra de Ford en el aquel de promover y alentar su disfrute, una pasión apoyada en una prosa donde nos aguardan relámpagos reveladores e ideas inspiradoras.

John Ford bajo la lluvia

Y, como quien no quiere la cosa, nos regala en notas a pie de página (qué alivio) apuntes oportunos y anécdotas jugosas, como la que cuenta a propósito de Ben Johnson, el protagonista de Wagon Master (Caravana de paz, 1950), que no volvió a trabajar con Ford desde que quiso cobrar un salario más alto por el personaje que el cineasta le había reservado en The Sun Shines Bright.

A la dcha., Ben Johnson en Wagon Master

Pues bien, Ben Johnson rechazó el papel de Sam, el León en The Last Picture Show (La última película, 1971) de Peter Bogdanovich porque el guión le parecía 'soez', pero acabó aceptándolo -y ganando el Oscar al Mejor Actor Secundario- cuando, a instancias del director, Ford le telefoneó para pedirle que interpretara ese personaje como un favor personal.


Y en fin, disfruto con John Ford. El hombre y su cine, porque Gallagher no sólo nos confiesa sus más íntimas conmociones ante la obra del cineasta sino que, cuando llega el momento de hablar de Wagon Master recorre las películas de Ford a través de las canciones y cuando llega el turno de El hombre tranquilo,

Sean se quiere hacer perdonar por Mary Kate
cultivar rosas en lugar de tubérculos,
en El hombre tranquilo.

se toma su tiempo y recorre la filmografía de Sean Aloysius O'Feeney (registrado John Martin Feeney) como si fuera el hombre de las rosas.

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