20 de julio [de 1976]
Los enigmas de la creación literaria. Yo que hace semanas, meses, peno por avanzar y concluir varios cuentos comenzados, empiezo a mediodía uno nuevo y lo concluyo un par de horas más tarde, casi perfecto a mi entender, sin necesidad de correcciones. Es cierto que se trata de un cuento corto y familiar, pero de todos modos. ¿De dónde salen estas historias y estas formas? Probablemente están allí. Hay panes que salen quemados y panes que salen enteros del horno, del mismo, sin saber por qué.
Julio Ramón Ribeyro, La tentación del fracaso.
Pocas imágenes tan justas como la del panadero para quien obra -Espíritu, Musa, Memoria o Tradición- con las cosas primeras y el fuego primordial.
En manos del poeta, sólo la voz y el tiempo.
Y la obra, chamuscada, cruda o (milagro) en su punto.
Misterios del pan, las poéticas todas.
Pan nuestro de cada día.
(El retrato del escritor es obra de Baldomero Pestana, un fotógrafo de Castroverde, Lugo, que disparó su cámara por medio mundo.)
Pan con pan (del bueno), comida de dioses.
ResponderEliminarRibeyro es un escritor extraordinario, como lo son tantos otros autores latinoamericanos, que ni los metieron en el "boom" ni falta alguna que los hace, como a José Bianco, José María Arguedas o Juan José Arreola. A comienzos de los noventa, cuando el dinero de los contribuyentes también se empleaba en conciertos de Haendel y música checa desconocida y magnífica, en ciclos completos de Keaton, Hitchcock o casi doscientos westerns de todos los tiempos, pudimos escuchar en un par de años, entre otros muchos, a Adolfo Bioy Casares, Daniel Moyano, Juan José Saer, Sergio Ramírez, Augusto Monterroso y, también, Julio Ramón Ribeyro. El libro que recoge esos dos "Encuentros hispanoamericanos" ovetenses es, desde mi punto de vista, una de esas joyas que justifica la dedicación del dinero público a la cultura, en el más noble y profundo sentido de la palabra, y tal como están las cosas, un testimonio irreptible.
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