10/1/13

Realismo



En Borges, el inagotable dietario que le dedica su amigo Bioy:

Domingo, 30 de abril [de 1961]. Cuenta que el teatro romano pasó malos momentos porque la gente prefería las emociones fuertes del circo. Para sobrevivir, el teatro llegó a extremos de realismo -los personajes copulaban en escena; cuando había un asesinato en la tragedia, encarnaba el papel de asesinado un condenado a muerte; el público veía cómo clavaban un cuchillo, cómo manaba la sangre, cómo un hombre moría-. Con todo, estos recursos resultaban débiles ante las efusiones circenses, y la decadencia del teatro continuó.


Y a otra cosa. mariposa. Claro que uno se queda aballando en un tremedal de preguntas. ¿Hacían un casting entre los condenados para elegir al que tuviera más dotes de actor? Quién sabe, igual había voluntarios, entre aquellos reos amantes del teatro, que preferirían la escena al cadalso, y tener una muerte memorable en el papel de Layo durante una representación del Edipo, pongamos por caso. Y quizá alguno se dejara poseer tanto por el papel que se olvidaría de lo que le esperaba, muriendo presa del pasmo. Ríete tú de los actores orgánicos, devotos del método. Y a quien encarnaba al asesino, ¿le reconcomía el aquel de convertirse en verdugo? ¿o ya en harinas se lo pedía el cuerpo? Y a los autores contemporáneos, ¿les daba pereza escribir escenas de sexo?, ¿les temblaba el pulso a la hora de hacer sangre?, ¿o se les iba la mano? Porque el realismo es lo que tiene: es un vicio que nunca nada puede saciarlo.


Había ahí un material estupendo para algún capítulo de Roma, aquella serie que disfrutamos tanto y que tan corta se nos hizo. Pero aún más corta se me hace la entradita del Borges de Bioy, que parece abandonada al acaso de la página. Y ahora ¿a quién le hago yo todas esas preguntas?

1 comentario:

  1. Supongo que es difícil documentar eso. Ya sabemos que Borges era un genio en hacer pasar realidad por ficción y viceversa. A saber lo que pasaba realmente.

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