7/1/13
La acomodadora
¿Cuántas veces habremos visto este cuadro de Edward Hopper? New York Movie, de 81,9 x 101,9 cm, fechado en 1939. Cine en Nueva York o -quizá aun mejor- Película en Nueva York. Una pintura del año glorioso del cine de Hollywood: La diligencia, El mago de Oz, Lo que el viento se llevó, Ninotchka, The Roaring Twenties, Gunga Din, Tú y yo, Sólo los ángeles tienen alas...
Cuando la pude ver cara a cara, Ángeles tuvo que arrastrarme de allí, apartándome (y quizá salvándome) de una docena de turistas enconados porque no le podían hacer una foto a gusto por tenerme a mí en medio, ¿no les era más cómodo y mejor comprar una postal en la tienda del MoMA, tan bien surtida? Conocía de sobra esa pintura por reproducciones, pero aquel día, con ella como para mí solo, quería desentrañarle el misterio. No hubo forma. Si acaso, se me multiplicaron las preguntas.
A Hopper le encantaba ir al cine; deambulaba por la ciudad y pasaba horas y horas en los cines. Iba al cine para ver las películas, claro; de hecho -cuántas veces se ha dicho-, cómo no ver tantos cuadros suyos como encuadres cinematográficos, tan citados a su vez por tantos cineastas. Creo que era Wenders quien decía que a los cineastas nos gusta Hopper porque siempre sabes dónde está la cámara. Esos encuadres donde no pasa nada... aún. Pero iba también para mirar, por así decir, la otra película; no la escena de la pantalla, sino la otra escena. Es la mirada que se destila en New York Movie, la otra escena, la otra película. Una mirada que extraña y encanta a la vez. Por el encuadre y la luz.
Veamos. Es un cine y ya ha comenzado la sesión. ¿Qué hacen esas luces encendidas en esas lámparas rosas? No hay muchos espectadores en la sala -un hombre, una mujer con sombrero...el pintor (o sea, yo, nosotros)- pero cualquiera habría pegado una voz: ¡las luces! Porque el cine llama por la oscuridad y sólo vive en la casa de las sombras. ¿Y el encuadre, con esa pared y esa columna ocupando el tercio central, que casi nos hurta por completo la pantalla, con ese destello dorado en el pasamanos cabe las butacas? Por las manchas de gris y plata apenas sabemos que pasan una película en blanco y negro. Y en el tercio derecho esas cortinas rojas, de un rojo escarlata, al pie de las escaleras. Y la acomodadora. Ese destello en la muñeca y en la palma de la mano cerca de su rostro. Rubia de azul noche. Y los pies en unas sandalias de tacón alto...
Hopper pone la cámara así (como si estuviera sentado en una butaca ) y deja las luces encendidas para que nuestra mirada (como la suya) se derrame sobre la acomodadora Por lo visto el pintor y su mujer solían bautizar a esos personajes que habitaban sus pinturas. ¿Qué nombre le habrán dado a la acomodadora? Esa mujer sola. Ensimismada. ¿En qué cine de Nueva York la habrá visto Hopper, viendo qué película? Hizo más de cincuenta dibujos para preparar el cuadro, con su mujer posando bajo una lámpara en su apartamento.
¡Cuánto me gusta esa acomodadora! ¿Tiene los ojos cerrados? Ni cuando la tenía a medio metro pude saberlo con certeza. Pero me gusta pensar que sí. Está cansada. A veces la imagino recordando; otras, imaginando, anticipando la cita después de la jornada de trabajo. ¿O ensueña, acunada por las voces y la música de la pantalla? Ya ha visto la película muchas veces, se la sabe de memoria. ¿Sólo los ángeles tienen alas? ¿Ninotchaka? ¿Tú y yo?
También cabe imaginar que esa mujer viene de la pantalla, que ha salido de la película -como en La rosa púrpura del Cairo-, quizá aprovechando que salía de campo, para refugiarse en los adentros, y esos contados espectadores de la sala no se han dado cuenta del prodigio.
¿Y si nos está soñando a nosotros? A nosotros en el aquel de mirarla. Soñándose en la pantalla. Quizá por eso Hopper pintó así ese cine. New York Movie. Para llevarnos al umbral de no saber. Si soñadores o soñados por la acomodadora. Mirones cautivos de una rubia vestida de azul noche con sandalias de tacón alto en un cine de Nueva York.
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¡Qué bien escribes, Daniel, joder!
ResponderEliminarY qué bien eliges de qué escribir.
Abrazo grande.
Lo bueno de Hopper es que nos convierte a todos en directores de cine, de tantas películas como cuadros vemos, con un argumento diferente para cada espectador.
ResponderEliminarEnhorabuena por este texto en particular y por el blog en general, acabo de descubrirlo y ya está en mi carpeta de Favoritos.
Un saludo dominguero.
Creí que sabía "mirar" a Hopper, pero me acabas de enseñar tú. Saludos
ResponderEliminarMe acabas de enamorar con este escrito. No pares de escribir.
ResponderEliminarHe mirado tu Blog, me gusta mucho, porque yo amo al Cine, La Pintura, La Lectura, La Música, veo que tu Blog tiene algún paralelismo con el tuyo, no sé si te gustaría enlazarlo.
ResponderEliminarSobre actores Películas, Directores de antes de ahora , y ya sabes, de siempre.
No me resisto a poner opiniones políticas, mias, y mirar que está pasando. Soy de Gran Canaria, Mi isla, Las Islas Canarias donde hay ebullici´pon cultural y muchos poetas muy buenos, aunque en la Península se desconozcan. Espero que te des una vuelta si te apetece. Saludos Http://huequitosdesol.blogspot.com, por si te apetece.