9/7/10
Un trozo de vidrio y unas cuantas preguntas
En las descripciones de la naturaleza hay que recurrir a los pequeños detalles, agrupándolos de manera que después de leerlos, cuando cierres los ojos, surja un cuadro. Por ejemplo, tendrás una noche de luna si escribes que en la presa de un molino brillaba como una estrella un trozo de vidrio de una botella rota y rodaba como un globo la sombra negra de un perro o de un lobo, etc.
En la esfera psíquica, los detalles también son importantes. Que Dios te libre de los lugares comunes. Es mejor evitar describir el estado de ánimo de los héroes; hay que tratar de que se entienda por sus acciones. No hace falta perseguir muchos personajes. El centro de gravedad debe ser dos: él y ella.
(Carta de 10 de mayo de 1886 de Anton Chejov a su hermano Alexander)
Si se queda usted en la naturaleza, en lo sencillo que hay en ella, en lo pequeño, que apenas ve uno, y que tan imprevisiblemente puede convertirse en grande e inconmensurable; si usted tiene ese amor por lo pequeño y trata de ganarse, como un siervo, la confianza en lo que parece pobre, entonces todo le será más fácil, más unitario y, no sé cómo, más reconciliador, acaso no en el entendimiento, que se echa atrás asombrado, sino en su íntima conciencia, en su vigilia y en su saber. Usted es tan joven, está tan antes de todo comienzo, que yo querría rogarle lo mejor que sepa, mi querido señor, que tenga paciencia con todo lo que no está resuelto en su corazón y que intente amar las preguntas mismas, como cuartos cerrados y libros escritos en un idioma muy extraño. No busque ahora las respuestas, que no se le pueden dar, porque usted no podría vivirlas. Y se trata de vivirlo todo. Viva usted ahora las preguntas.
(Carta del 16 de julio de 1903. Cartas a un joven poeta. Rainer Maria Rilke)
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En medio de un viernes laboral, escribiendo gracietas para gente que no me gusta, encuentro estas dos maravillas que tuviste a bien rescatar. Gracias.
ResponderEliminarAyer, un compañero y amigo -también gallego-describía en la comida la sensación de dejarse caer de espaldas sobre una mullida alfombra de hojas secas. Creo que de hayas, no lo recuerdo. La sensación. El murmullo hecho de miles de crujidos. Un relatito -un detalle- simple que describía muy bien al paisaje y al personaje.
Un abrazo.
Los maestros, Daniel, siguen alumbrándonos con sus palabras.
ResponderEliminarCuánto mejor nos iría si hiciésemos, siquiera alguna vez, caso de ellas.
Un abrazo.
Elías
Había dejado un comentario esta mañana, antes de empezar la guerra abierta con el antivirus del ordenador, decía que cuánta belleza hay en el texto de Chéjov y cuanta sabiduría en el de Rilke pero que eso me lo había parecido la primera vez porque al leerlo por segunda vez me había estremecido la belleza del texto de Rilke y la sabiduría del de Chéjov... Besos, Daniel
ResponderEliminarEs tan simple, tan sencillo (el sol entrando por la ventana) pero tan difícil.
ResponderEliminarDaniel, un abrazo.
Cuánto sabemos de estos genios gracias a lo que dejaron escrito en su correspondencia. Es una pena que hoy se haya perdido casi por completo y esencialmente esa práctica, ...y esa sabiduría.
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