22/7/10

El aquel de leer


Quizá ningún otro gran fotógrafo retrató el aquel de leer con tanta dedicación como el húngaro André Kertész. Como este niño con helado, el 12 de octubre de 1944 en Nueva York. A lo largo de más de cincuenta años, entre 1914 y 1970 disparó con su cámara -una Leica, desde 1928- sobre lectores de medio mundo, desde Hungría hasta Buenos Aires pasando por París y Nueva York.

Nueva York, 1963


Venecia, 10 septiembre 1963

Reunió las fotografías en On Reading, un libro publicado en 1971 en Nueva York y que busqué allí inútilmente, pero que pudieron verse por aquí en una exposición hace un par de años.


Quizá ningún retrato tan íntimo que el de un lector, y la mayoría, claro está, son lectoras. Y niños. Tiempo doblemente suspendido, las fotografías de André Kertész, por la instantánea y por la lectura. Tiempo ensimismado el aquel de leer.


Esztergom (Hungría), 1914


Carnaval, París, 1926


Café Dome, París, 1928

Asilo de Beaune (Francia), 1929


Academia Francesa, París, 1929




Nueva York, 1943


Fuente Medici, París, 1948


Nueva York, 1959


Nueva York, 1962


Nueva York, 1962


Buenos Aires, 10 de julio de 1962


Puente de las Artes, París, 1963



Vestuario de un circo

En las azoteas de Nueva York,




Washington Square, Nueva York, 1969



La obra de Kertész despertó la vocación de fotógrafo en Henri Cartier-Bresson, que compró una Leica en Marsella en 1932 porque era la cámara del maestro húngaro, como Helen Levitt elegirá la Leica porque era la cámara de Cartier-Bresson, quien había germinado en ella la misma vocación. Quizá ninguna fotografía (de una lectora) tan conocida como Las piernas de Martine, realizada por Cartier-Bresson en 1967:


Tan íntima (y erótica) como un desnudo. Más de una vez me he preguntado qué pensaría uno si fuera analfabeto. Quizá entonces qué pena destilaría la imposibilidad del aquel de leer.

3 comentarios:

  1. Estoy fuera de mi casa. Estoy relajado, tranquilo. Pero fuera de mi casa me siento inseguro. Leyendo vuestras entradas podría decir que “solo se que no se nada” pero sería demasiado pretencioso. Una cosa si sé, que como buen miope, uno se da cuenta lo mal que veía, cuando le ponen a uno unas gafas corregidas y ve mejor. Eso me pasa con vosotros. Cuando os leo me doy cuenta de lo bien que veo (después de leeros) y lo mal que veía (antes de leeros).
    Hoy he llegado ha casa de mi cuñado en Oporto. Me he acordado de ti cuando me ha dicho que estamos a tres cuartos de hora de Tui (claro, supongo, que eso es a la velocidad que conduce él). Me podría haber traído un cajón de libros y me hubiera comprometido a traerme un cajón de los tuyos.
    Relajado y tranquilo, pero inseguro. Daniel, un abrazo.

    P. D.
    Dios mío..., Las piernas de Martine

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  2. Magnífico, extraordinario calidoscopio de fotografía y lectura.
    Hacía tiempo que no veía fotos de Kertész.
    Como siempre, Daniel, una entrada llena de información y belleza.

    Pdta: Me gustaría comentarte algo -no del blog- a través del correo.
    Este es el mío: al.doria@hotmail.com, por si te animas a escribirme.

    Abrazos.
    Elías

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