26/7/10

Juguetes


Tiene razón Rilke -así, en presente-: La única patria del hombre es la infancia. Lo demás es un exilio. Y como los exiliados destilamos añoranza. Y nos cobijamos en un sudario de melancolía. Y soñamos con volver a la patria irremediablemente perdida. Echamos mano, entonces, de algunos elixires que nos alivian el destierro. La música, la poesía, la filosofía. El cine. Como hoy, hemos visto Toy Story 3 de Lee Unkrich. No es una película que haya visto nuestra infancia, pero el niño que fuimos sigue vivo gracias a películas como ésa. A los diez minutos estaba llorando, me pasé el resto de la película con el corazón en un puño y los diez últimos volví a llorar. Quizá porque habla de un momento cardinal que olvidamos, ese día en que ya no volvemos a necesitar los juguetes. Olvidamos que los juguetes abandonados cifran el exilio que seremos. Quizá lloraba también agradecido a la gente de Pixar por recordar nuestra infancia, por consolarnos, por llevarnos de vuelta a la patria perdida aunque sólo sea por dos horas. De cine. Con alma. De juguetes.

Si queréis más razones para ver Toy Story 3 os dejó aquí la entrada que le dedicó LOWON. Comunica un fervor tan contagioso que, literalmente, me empujó a verla. La (preciosa) ilustración también es suya. Gracias, compañero. También en nombre de Ángeles que la disfrutó como una niña. La vimos en una proyección de 35 mm, nada de 3D. Cuando una película se hace con el corazón, lleva ya la tercera dimensión incorporada sin necesidad de gafitas. Y la cuarta, si vamos a eso. Teníais que ver los ojos de unos pocos niños al que unos padres (civilizados) habían llevado al cine. Ellos sí podrán decir que Toy Story 3 es una película que vio su infancia. Teníais que escuchar la vocecita de una niña con el corazón en un puño durante la proyección. Que se quiten todos los Oscares del mundo. Esos ojos, esa vocecita, son los mejores premios que un cineasta pueda soñar. Latir más fuerte el corazón de un niño de la mano de unos juguetes. Unos juguetes a los que la gente de Pixar insufló el alma. Es lo más parecido a ser dioses en este mundo. Tiene razón Rilke: No creáis que el destino sea otra cosa que la plenitud de la infancia. Y Dylan Thomas: La pelota que lancé al aire cuando era un niño aún no ha tocado el suelo. Los de Pixar lo tenían muy presente en Toy Story 3.

1 comentario:

  1. Me alegro de que os gustara. Muchas gracias por la cita y por poner mi garabato en una escuela como la tuya. Sigo con el apostolado.

    ResponderEliminar