El poeta solamente tiene algo suyo que revelar a los otros, cuando la palabra es impotente para la expresión de sus sensaciones: Tal aridez es el comienzo del estado de gracia.
El verbo de los poetas, como el de los santos, no requiere descifrarse por gramática para mover las almas. Su esencia es el milagro musical.
Solamente cuando nos perdemos por los musicales senderos de la selva panida [vamos, donde tocaba la flauta el dios Pan], podemos oír los pasos y evocar la sombra del desconocido que va con nosotros
En las creaciones del arte, las imágenes del mundo son adecuaciones al recuerdo donde se nos representan fuera del tiempo, en una visión inmutable.
Para que el recuerdo sea quietud y visión interior, olvidemos los caminos por donde nos llega, como cuando la nave llega al puerto olvida el oficio de la vela y del remo, que amaba decir Miguel de Molinos.
Puso el asirio las alas del pájaro en el lomo del toro, y el heleno pobló de centauros los bosques mitológicos de sus islas doradas. Combinaron las formas, pero ninguno las creó. La observación es vieja y solamente la saco a memoria para hacer más claro mi pensamiento y llegar a decir cómo algo semejante acontece con las palabras. El poeta las combina, las ensambla, y con elementos conocidos inventa también un linaje de monstruos: el suyo. Logra así despertar emociones dormidas, pero crearlas, nunca.
Valle-Inclán, fotografiado por Alfonso en agosto de 1930
(Fragmentos de La lámpara maravillosa, los ejercicios espirituales de Valle-Inclán, que acabo de encontrar en un papel amarillo entre las páginas sobadas de Cara de Plata, quizá (mi) comedia bárbara más releída, con ese intercambio de réplicas que tanto me gusta:
FUSO NEGRO.- El mundo está para acabarse. ¡Talmente finalizado! ¿Para qué mudar de costumbres y echarse nuevos cargos? Pero me ¡hacían obispo! Hay pocos teólogos y los pocos que hay amancebados.
EL CIEGO DE GONDAR.- ¡Se cansa la boca de comer! ¡Se cansa el cuerpo de dormir! ¡Solamente los ojos no son cansos en su aquel de mirar!
Hay días que dan ganas de refugiarse en una cama turca bardada con libros -como la de Valle-, y no asomar la cabeza al mundo exterior.)
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