13/8/14

Lecturas


Chandler lee, de figurante en Perdición.

En El lápiz, el último cuento de Raymond Chandler, Marlowe va a parar a un motel de Phoenix. Hacía un calor infernal...
Compré un libro de bolsillo y lo leí. Puse el despertador a las 6,30. El libro me asustó tanto que escondí dos pistolas bajo la almohada. Era sobre un tipo que se había rebelado contra el jefe de los matones de Milwaukee y le daban una paliza cada cuarto de hora. Me imaginé que su cabeza y su rostro ya no serían más que un pedazo de hueso con algo de piel hecha jirones. Pero en el capítulo siguiente estaba más fresco que una rosa. Entonces me pregunté por qué leía esa basura cuando podía aprenderme de memoria Los hermanos Karamazov. No encontré ninguna buena respuesta, así que apagué la luz y traté de dormir.

Pues si Marlowe quería una buena respuesta no tenía más que hablar con Dorothy Malone, la librera de El sueño eterno. Con lo bien que se cayeron. Asi de fácil. Así de estupendo.

(Vuelvo a leer El largo adiós, empujado por unas páginas de El último lector, el espléndido ensayo de Ricardo Piglia.)

1 comentario:

  1. Ja... Estoy leyendo A mis mejores amigos no los he visto nunca. Como sabes, cartas y artículos de Chandler. Una maravilla. Nos vemos pronto. Abrazo.

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