13/12/10
La memoria ardiente
Monet muere en su casa de Giverny el 6 de diciembre de 1926. Pasó allí la mitad de su vida, desde 1883, cuando ya había conseguido la independencia económica, y cultivó un jardín para la vejez. En los primeros tiempos de Giverny, cada mañana salía de casa antes de amanecer seguido por sus hijos, que tiran de una carreta con lienzos y útiles de pinturas. Planta el caballete delante de unos árboles o de una meda, espera la luz y trata de fijar en el lienzo la caricia del aire en la piel de las formas. Una caricia fugitiva como un efecto de luz. Y pinta. Otro lienzo. Otra caricia del aire sobre las formas que vibran en la luz. Una luz que, pura fluencia, se resiste a la fijación de la pincelada.
Los campesinos sienten que Monet, en el aquel de pintar álamos y almiares, se los roba. No tardan en pretender cobrarle por pintar sus medas y sus árboles. Cuando Monet pinta un almiar, llega enseguida el propietario con un carro para llevarse la paja, o si se afana en llevar unos álamos al lienzo, un vecino empuña el hacha y procede a talarlos; cualquier cosa con tal de que el pintor no se aproveche de sus propiedades: si quiere pintar sus modelos que los pague. Habrase visto.
Claro que Monet pinta lo que ya no esta ahí, aunque quizá él no lo sabe, o prefiere no saberlo. Cuando planta el caballete a la orilla de un río con barcas, un estanque de ranas o un acantilado normando está invocando todos los recuerdos de esos lugares germinales en un tiempo perdido. Como recordamos nosotros ante las telas. En las pinceladas se derrama la memoria. Una memoria en la que germina la nuestra. John Berger escribió sobre la tristeza de los ojos de Monet por la imposibilidad de pintar todo lo que recordaba, de una pintura que lo recordara todo. Unos ojos que no se cansaban nunca de mirar... lo que habían visto.
Recuerdo que en una de las últimas sobremesas con el maestro en el Café Central, después de comer en la de Marina, entre sorbo y sorbo de Lagavulin, hablamos de Monet, de su gesto pictórico, de cómo las formas se disolvían en la pintura misma. No pocas veces he ensoñado al maestro plantado ante la playa de Balieiros pintando el viento del Oeste enredado en el faro de Corrubedo, y a mí sujetándole el caballete. Nos reímos mucho cuando lo evocaba como un Monet o un Van Gogh de estos confines, como el pintor al aire libre que nunca fue. En mi jardín del tiempo escenas así acontecen a menudo. El jardín de Giverny es el memorial de Monet. Y a medida que perdía la vista, la pura memoria guiaba el pincel y cada pincelada era un gesto desesperado donde se presiente ya la derrota de la abstracción que seguirán Pollock o Rothko. "Nunca los ojos son cansos en su aquel de mirar", escribió Valle-Inclán en una réplica de las Comedias bárbaras. En su aquel de recordar habría que escribir tratándose de Monet. Sauces, lilas y nenúfares devenían pura materia pictórica, el trazo insomne de la memoria ardiente..
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Cuando hacía segundo de BUP pasé mucho más tiempo del que ella y sobre todo yo hubiéramos querido en el despacho de la jefa de estudios.Ella era monja y me daba clase de literatura española. Me tenía un enchufe brutal pero no bastaba para pasar por alto las continuas quejas de otros profesores sobre mi falta de interés y mi caracter cínico o ausente...debí ser una niñata insoportable.
ResponderEliminarEn ese despacho, a su espalda, habia dos reproducciones enmarcadas :una era el café en Arles de Van Gogh, que es una de mis pinturas favoritas desde siempre, la otra era La lectora de Monet...mientras la Madre Inés me hablaba yo me metía en los cuadros y apenas escuchaba nada. Siempre salía de allí pensando en la pobre madre Inés, que tenía lo mejor del despacho a su espalda y no lo veía nunca.
Lo que cuentas de los campesinos sintiendo que le roban los álamos sigue siendo lamentablemente así.
Un beso, Daniel, otro para Ángeles que aguantará muchas niñatas como yo :)
Muchas veces los comentarios en esta escuela me sorprenden por la calidad que tienen. Tu relato, Almalaire, me parece extraordinario, la imagen de la pobre Madre Inés hablando "sola" con esas maravillas detrás de las que disfruta la "descarada" adolescente que está recibiendo la bronca se me quedará en la imaginación y la evocaré muchas veces (ocasiones tendré).
ResponderEliminarY por cierto, siempre deseo en mi trabajo encontrar esas "niñatas" y "niñatos", son los mejores.
Me gusta mucho la pintura de Monet,es pura recreación de la vista ,de los sentidos y del pensaminto...
ResponderEliminarCada entrada me sorprende.Me gustaría poder contestarte en todas .
Gracias por formar parte de esas pequeñas cosas que aún me satifacen en el día.
Un saludo
Jo, que entrada mas hermosa.Es que las pinturas de Monet son lo más.
ResponderEliminarCada vez que voy a Madrid me paso por el Thyssen a visitar y disfrutar de lo que allí hay expuesto de Monet.
Me ha parecido de lo mas interesante lo que has explicado sobre él.
Has nombrado a Berger, yo admiro a Berger, una de las veces que estuve en Madrid vi un libro suyo sobre el arte, pero ese día no lo compré, han pasado unos dos años pero siempre he querido ese libro y hoy lo he comprado.
Casualidades.
Buenas noches chicos
PD. Alma que yo te creía una chica docil!!!