1/11/13

Lo que amas



Ahora que hemos pasado ya de las ochocientas entradas (ésta hace la 827: da no sé qué ver la cifra así, en número) y ha llegado noviembre (y hoy es hoy), me atrevo a contar lo que, en el fondo, me movió a publicar esta bitácora (y quizá a perseverar en ella).

Fotogramas de Delitos y faltas (1989). 
Cliff (Woody Allen) lleva a su sobrina 
al cine de la calle Bleecker.
El amor al cine como legado.

El motivo primordial puede cifrarse en unos versos del Canto LXXXI de Ezra Pound, que un día me dio a leer el maestro y, en su momento, a punto estuve de fijar en el umbral de esta escuela; los versos que abrían el primer número de la revista Trafic, fundada por Serge Daney:

What thou lovest well remains,
                                                the rest is dross
What thou lov'st well shall not be reft from thee
What thou lov'st well is thy true heritage

(Lo que bien amas perdura,
                                          lo demás, qué más da
Lo que bien amas no te será arrebatado
Lo que bien amas es tu verdadera herencia.)

Las primeras imágenes que me deslumbraron en una pantalla también me aterrorizaron.

Fotograma de Marcelino, pan y vino (1955) 
de Ladislao Vajda.

Vislumbres casi fantásticos aquellos fotogramas, como esculpidos con el material de los sueños. En el regazo de mi madre. Y en el refugio de su abrazo cuando llegaba el miedo y yo cerraba los ojos y me escondía en su pecho. Relámpagos en la memoria del cine. La herencia cardinal.

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