19/10/12
Las travesuras de Chris Marker
Revisando algunas notas en cuadernos de hace unos años con vistas a un artículo sobre Chris Marker que me han encargado, encuentro un papel donde había apuntado la evocación de un encuentro con el cineasta por Barbara London, la comisaria de una exposición celebrada en el MoMA en 1995 con ocho vídeo-instalaciones; entre ellas, Silent Movie de Chris Marker.
La cita tuvo lugar en París, probablemente en 1994, mientras continuaba el sitio de Sarajevo. Esta vez Chris Marker no mandó en su lugar a Guillaume-en-Egypte.
Acudió en persona. Cargado con pesadas mochilas de lona llenas de cintas de vídeo. Montones de películas de su videoteca. Sus clásicos del cine preferidos. Se las iba a enviar a unos amigos bosnios con hambre de cine. Barbara London en el texto del catálogo de la exposición apenas menciona uno de esos clásicos favoritos de Marker: Sólo los ángeles tiene alas de Hawks.
A buen seguro no faltaba Vértigo de Hitchcock, la película que late en el corazón del cine del autor de Sans soleil, un cine destilado -y transfigurado- por la memoria de las imágenes amadas, por la voluntad de crear una memoria que resista al olvido y la muerte, y por la necesidad de recordar lo que amamos.
Marker sonrió malicioso -recuerda Barbara London- y le confesó que esas cintas con sus clásicos del cine -de cabecera y de reclinatorio- eran versiones que había re-montado, para quitarles finales postizos impuestos por los estudios, por ejemplo, o algún plano que afeaba el filme o quizá aquella escena que sobraba, y que ahora esas películas memorables quedaban tal y como pensaba que debían ser (recordadas). Puro Marker. Nada puede retratarlo mejor.
Pero estoy seguro de que no tocó Sólo los ángeles tienen alas. Ni Vértigo. Ni un fotograma.
¿O sí?
Será travieso...
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