Una mujer en el ventana contempla las ruinas de un mundo. En realidad, mira su amor en ruinas con el silencio del corazón. Una mujer recuerda en el umbral del tiempo.
The Deep Blue Sea (2011), la última película de Terence Davies, destila la memoria de esas ruinas. El amor de Hester Collyer encarnada por Rachel Weisz.
Las películas de Terence Davies suceden en el cine. Como todas, podéis pensar, pero no. Acontecen en el cine que la memoria proyecta en los adentros. En la memoria de las películas que vieron su infancia. Como los melodramas de Douglas Sirk, Max Ophüls o David Lean. Cuando el cine era -no ya el último- sino el único refugio. También cabría decir que sus películas cobran vida en una jukebox memoriosa con todas las canciones que no podemos olvidar. En The Deep Blue Sea esa memoria arde en un abrigo rojo.
Será porque uno es hijo de costurera, pero cómo olvidar ese abrigo. Ese maravilloso abrigo, diseñado por Ruth Myers, al que estos fotogramas apenas le hacen justicia. Sólo en el cine ese abrigo, como motivo primordial, puede justificar por sí mismo la película. Sin ese abrigo rojo, el amor de Hester Collyer, memoria enterrada en las ruinas del tiempo. Quién sabe si de la película de Terence Davies quedará con los años sólo la ceniza del tiempo.
Pero arderá aún con el abrigo de la memoria.
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