2/12/13

Sólo el cine


Contó Bénard da Costa cuánto le gustaba a Henri Langlois acercar Stromboli y El destino de la señora Yuki (en una traducción más ajustada, "Retrato de la señora Yuki"), proyectando -una después de otra- las últimas bobinas de ambos filmes -contemporáneos: se estrenaron en 1950-, abriendo un pasaje entre el cine de Rossellini y el de Mizoguchi.


Hilvanando la ascensión final de Ingrid Bergman en Stromboli con la de Michiyo Kogure en El destino de la señora Yuki.


Las proyecciones -programas, montajes- de Langlois eran su forma -su método- de mostrar -de poner en evidencia- que, más allá de las cinematografías nacionales, de cronologías, escuelas, movimientos y estilos, y de la diversidad de miradas, el espectador -frente a la pantalla- le pone los ojos encima al cine mismo, y al mismo cine. Un solo cine. Sólo un cine. Sólo el cine.


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