9/12/13

Una comedia all'italiana (de Orson Welles)



En la filmografía de Orson Welles figuran trece películas terminadas (unas pocas las ultimó él, las más se las ultimaron) y otras tantas (por lo menos) quedaron inacabadas, como ese (glorioso, heroico) naufragio de Don Quijote. Y entre todas echamos en falta otras que nos gustaría ver de Welles... Un musical, pongamos por caso: cómo no lamentar que nunca pudiera rodar un musical, con ese talento desbordante a la hora de coreografiar las escenas. Y no hablemos de una comedia. Bueno, sí,  hablemos de las comedias de Welles. Ni se sabe cuántos guiones habrán quedado en sus cajones; en las casas en las que vivió, en las habitaciones de hotel que tuvo que abandonar sin pagar (y sin poder recuperar las maletas). Cuántas latas y papeles perdidos en el incendio de agosto de 1970 en su casa de Madrid, en el barrio Aravaca; quizá ardieron allí las páginas de un guión que se titulaba Operación Cenicienta.

Orson Welles en el rodaje de Míster Arkadin

Welles escribió Operación Cenicienta en 1953; en marzo había terminado Masquerade, un guión que rodará al año siguiente y se estrenará en 1955 bajo el título de Míster Arkadin (el mismo año que empieza a trabajar en Don Quijote, una película que le llevará el resto de la vida: con razón alguien la rotuló como su obra inacabada por excelencia).

Welles con Akim Tamiroff (Sancho Panza) 
en el rodaje de Don Quijote

Y de Operación Cenicienta nunca más se supo; o mejor, sabemos de aquel guión gracias a lo que Welles le contó a Bogdanovich: El mejor guión de comedia que he escrito jamás... El personaje principal, que iba a encarnar el propio cineasta, se inspiraba en Gregory Ratoff, el actor y director con el que Welles había rodado en Italia Black Magic (1949), que en otros países europeos (como aquí) se tituló Cagliostro. (Fue en ese rodaje donde Welles conoció a Akim Tamiroff, que se convertirá no sólo en su amigo sino de uno de sus más fieles cómplices.)


En un pequeña ciudad italiana precisamente acontecía la historia que se desarrollaba en Operación Cenicienta. Una ciudad que siempre había estado ocupada por unos u otros: romanos, godos, sarracenos, piratas de Berbería... y durante la 2ª guerra mundial, primero los alemanes, luego los ingleses... Hasta que al fin llega la paz... y una larga comitiva de camiones aparece en la carretera. ¿Quién viene ahora? -le cuenta Welles a Bogdanovich- ¡Hollywood! Es la historia de la ocupación de la ciudad por una compañía cinematográfica. La población se divide en dos: los colaboracionistas -aquellos que tratan de llevarse bien con la compañía- y la resistencia, los que se pasan a la clandestinidad y quieren librarse de ella. Un gran papel para Anna Magnani, como la Pasionaria de la resistencia.

¿Y qué ocurre?, quiere saber Bogdanovich. Terror y resistencia -continúa Welles-... Todo lo que la ocupación trae consigo. Un hombre está en su casa comiendo tranquilamente y la gente del cine llega con sus focos y le obligan a parar y dejar libre el comedor para una escena de la película. No se respetan los derechos de nadie. Los ciudadanos no pueden cruzar la calle porque se está filmando la película; no se puede ir a casa ni estar en ninguna parte. 

La resistencia se organiza y la gente del pueblo que había trabajado como figurantes hace huelga y se niega a hacer de extras en las escenas de una antigua batalla de caballeros que figura en la película. En vista de ello, la compañía decide traer esquiroles del pueblo de al lado. Hace setecientos años que los dos pueblos se odian y... ¡por fin! se produce entre ellos una verdadera batalla: los del pueblo ocupado vestidos con sus ropas de paisano y los esquiroles llegados del pueblo vecino para romper la huelga con las armaduras que requiere la escena de la película. Transforman la grúa del rodaje en una catapulta, y ya puedes imaginártelo... [Claro que nos lo imaginamos: se arma la marimorena.] 

Mientras tanto, la gente de Hollywood ha roto la estatua del santo patrón del pueblo y, en consecuencia, cada vez que los cineastas están a punto de filmar, tan pronto como suena la voz de ¡acción!, aparece una pequeña nube que se sitúa exactamente delante del sol.


La Cenicienta es una chica del pueblo [ya puestos, imaginemos a la Claudia Cardinale de la cosecha de Un maldito embrollo, por ejemplo] que los de la compañía han elegido para un papel. Al final está a punto de irse con la gente del cine en el autobús, camino de Hollywood, para ser una gran estrella. Su prometido, que no ha perdido en todo el tiempo la esperanza de casarse con ella, aguarda en el cruce de la carretera donde el autobús tiene que detenerse. La puerta se abre. ¿Se bajará ella para quedarse con él o no? No, la joven no se baja, sigue su viaje. A Hollywood.

El mago Welles en el rodaje de The Magnificent Ambersons 
con Joseph Cotten y Dolores Costello.

Cómo no suspirar por la comedia perdida  de Orson Welles. Para más inri, una comedia all'italiana.


(La fotografía de Orson Welles, en el umbral, es obra de Nicolas Tikhomiroff.)

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