Menos mal que nos quedan los pecios de Ferlosio -como una campana vespertina- para cantarnos que, si miramos bien, no podíamos -no podemos- esperar otra cosa:
Rafael Sánchez Ferlosio.
Vendrán más años malos / y nos harán más ciegos; / vendrán más años ciegos / y nos harán más malos. // Vendrán más años tristes / y nos harán más fríos / y nos harán más secos / y nos harán más torvos.
Babilonios somos; no nos vuelva la tentación de levantar ninguna torre juntos. Más bien ¡dejémonos ya de una vez por imposibles los unos a los otros, como buenos hermanos!
No ha de extrañar que el ánimo en que me pone la mañana sea, cada día más decididamente, el de correr en el acto a presentar mi dimisión irrevocable. Pero no puedo darme tal satisfacción, porque no existe el organismo idóneo para una dimisión como la mía.
(E.T.) El mundo se nos va volviendo tan ajeno y tan inhóspito, que pronto seremos los hombres, los terrestres mismos, los que mirando y señalando al planeta más remoto digamos: "¡Mi casa! ¡Mi casa!"
Sin embargo... ¡oh, sin embargo!, parecen adivinarse aquí y allá dispersas, débiles, inciertas huellas de que ha habido, de que ha podido haber, o por lo menos ha querido haber, alguna vez, un mundo.
Moral moral, la única que querría uno ya tener a estas alturas es la del Alcoyano.
La leal recomendación: "Ajústate a los hechos", a poco que se recalque, amaga siempre teñirse y aun virarse en el desleal y tácito mensaje: "Doblégate a lo más fuerte".
Prohibido terminantemente, de una vez por todas, que se me cuenten experiencias o sensaciones nuevas.
(De Vendrán más años malos y nos harán más ciegos.
Una gramática del aquel de mirar editada en 1993.)
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