6/9/12

Las manos del cine



Pasamos varias horas, unos cuantos días, ensamblando piezas y paneles, aparejando agujeros, ajustando tuercas y apretando pernos y tornillos; ayer, cuando acabamos, nuestros cuerpos eran sólo manos.



Y ya debajo de la ducha me acordé de las manos de Bresson. De las manos en las películas de Bresson. De un cine hecho de manos. De un cine hecho con las manos.



Sólo ante una moviola, viendo trabajar a un montador o (casi más) a una montadora, el cine cobra visos de trabajo manual, de corta y pega, de corte y confección.


Nada más parecido al trabajo de una costurera que el montaje de una película. Un trabajo hecho con las manos.


Nadie como Bresson ha mostrado las manos de una forma tan bella.  El trabajo de las manos.


Nadie como Bresson lleva el cine en las manos.


Ningún otro cine como el de Bresson ha mostrado el espacio (con su duración) tan despedazado (o despiezado), roto, troceado.


Las manos (de Bresson) aprehenden, capturan, apresan pedazos de espacio-tiempo para enhebrarlos de tal modo que nuestra mirada percibe el mundo de la película, más que como un universo diegético, como un ritmo, como una música articulada con imágenes y sonidos, ésas puntas de material fílmico que las manos cosen, pespuntan, suturan.

Fotograma de Un condenado a muerte se ha escapado (1956).
(Como todos los anteriores.)

Las manos en las películas de Bresson devienen sinécdoque (del personaje; o mejor, tratándose de Bresson, del modelo) y metonimia del propio proceso de montaje que opera el cineasta con los pedazos de espacio y tiempo que representan los planos (detalle).


El cine de Bresson cobra así, como tan bien ha señalado Deleuze, un valor táctil primordial.


Es un cine que necesita de las manos.

Fotograma de Pickpocket (1959).
(Como los anteriores.)
Que necesita mostrar las manos.


El tacto de la mirada.


Fotograma de Au hasard Balthazar (1966).
(Como los anteriores.)

Hasta tal punto que, desde Un condenado a muerte se ha escapado, las manos no sólo empiezan a reemplazar los rostros sino también las miradas como herramientas de engarce entre planos.


Como alfabeto fílmico.

Fotograma de Mouchette (1967). (Como el anterior.)

La mirada de Bresson tiene manos.

Fotograma de Lancelot du lac (1974)

Y conjuga lo óptico con lo táctil.

Fotograma de El proceso de Juana de Arco (1962)

Las manos de su cine construyen nuestra mirada.

Fotograma de Mouchette

Vemos por sus manos.

Fotograma de Au hasard Balthazar

Unas manos que cobijan el misterio de la vida, esa frágil candela que ilumina la noche del cine.


En una de sus Notas sobre el cinematógrafo, Bresson escribió: En tu película, que se sienta el alma y el corazón, pero que se haga como un trabajo de las manos.

Fotograma de El dinero (1983). (Como el anterior.)

Manos que sienten.


Fotograma de El proceso de Juana de Arco

Manos que ven.

Fotograma de Pickpoket

La mirada de la manos.

Fotograma de Au hasard Balthazar


Una mirada que se toca.

Fotograma de El dinero. (Como el anterior.)

Que (nos) toca.

Bresson en el rodaje de 
Au hasard Balthazar

Las manos de Bresson.

Fotograma de Pickpocket

Las manos del cine.

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