8/1/17

Apéndices


Cuando Ford rodaba sólo pensaba en la película que tenía entre manos. No dejaba de darle vueltas ni por un momento. Y los que trabajaban con él sabían de sobra que más valía no importunarle mientras andaba ensimismado en la película. Jamás miraba el guión ni consultaba con la script Meta Stern. Lo llevaba todo en la cabeza. Tenía una memoria y una capacidad de concentración legendarias. Durante un rodaje rara vez probaba el alcohol. En vez de beber mordía las puntas de grandes pañuelos de lino confeccionados en Irlanda. Cada mañana llegaba al set con una docena en el bolsillo. Al final de la jornada todos y cada uno de los pañuelos tenían las puntas trituradas. Con todo, Ford lo tenía claro:
Si por mí fuera, estaría todas las mañanas detrás de esa cámara. Porque eso es lo que de verdad me gusta hacer. Soy un hombre de cine.
Seguro que alguno de sus ayudantes disponía de una reserva de aquellos grandes pañuelos por si alguna vez se los olvidaba.

Ford en el rodaje de 7 Women (1966).

Mizoguchi era otro que tal baila. Durante un rodaje, los primeros que llegaban al estudio, ya se lo encontraban rumiando la película, solo, a oscuras. Y no se movía de allí en toda la jornada. La gran Kinuyo Tanaka, quizá el amor de su vida, sabía que Mizoguchi sólo vivía para el cine y no pensaba más que en el trabajo.

Mizoguchi en el rodaje de La calle de la vergüenza (1956).

Durante el rodaje de La honorable señora Oyu (1951), recuerda la actriz Nobuko Otowa, que hacía el papel de Shizu, la hermana de la señora Oyu (Kinuyo Tanaka), su asombro al ver que Mizoguchi permanecía en el set hora tras hora... Así se lo cuenta a Kaneto Shindo en Kenji Mizoguchi: vida de un director de cine (1975):


A Kaneto Shindo, asistente de Mizoguchi en películas como La garganta del amor y el odio (1934), Los 47 samuráis (1941) o en Vida de Oharu (1952), lo del orinal no le sorprende.


Nobuko Otowa también acabó curada de espantos.


En su lecho de muerte Mizoguchi, cuando apenas podía hablar, escribió sus últimas palabras para el ayudante de dirección que vino a visitarlo. En la película de Kaneto Shindo vemos aquel papel:

Ya llega el frío del otoño. 
Quiero trabajar con vosotros otra vez.

Los pañuelos, el orinal... humildes apéndices para el cine de cada día de los más grandes. Con el genio no basta.

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