Como ya anuncié aquí este 2015, cuando se cumplen cincuenta años de su estreno, va a ser -va siendo- el año Pierrot le fou, así que viene muy a cuento -siguiendo la serie que iniciamos con la epifanía de Chantal Akerman- traer unas líneas de Pedro Costa al bies del filme de Godard, que leí en una entrevista publicada hace un par de años en Notebook; se titulaba Alguna violencia es necesaria:
El tipo que vino conmigo a la escuela de cine es ahora un profesor. Siguió allí. Ha sido profesor durante veinte años. El mejor profesor de esa escuela hoy. Todo el mundo lo sabe. Nosotros éramos los que estábamos más cerca de António [Pedro Costa se refiere a António Reis, uno de los grandes cineastas portugueses, autor con Margarida Cordeiro de filmes tan maravillosos como Tras-os-Montes (1976) o Ana (1982)]. Hace un año me invitó a cenar. Me dijo que había proyectado Pierrot le fou. A los veinte minutos de película, los alumnos le pidieron que la parase porque no iba a ninguna parte. ¿Pierrot le fou? Hay pistolas y chicas y colores. Quiero decir… ¿En serio? De haber sido yo, les habría machacado el cerebro. Les habría partido los brazos. Les habría roto el cuello. De verdad.
Las clases de António Reis en la Escuela de Cine de Lisboa (donde fue alumno suyo Pedro Costa) giraban en torno a veintipocos filmes fundamentales. En esa lista figuraba -¿hace falta decirlo?- Pierrot le fou.
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