5/2/14

Veo veo



Fotogramas de una escena de Pierrot le fou (1965). Una película de Godard, iluminada por Raoul Coutard. Y por Anna Karina. Y por Belmondo también. Y sí, hay veces que ver -y ver otra vez (y recordar que hemos visto)- cobra visos de bálsamo. Y un retrovisor, de máquina del tiempo. El cine. Espejito mágico. Veo veo.

1 comentario:

  1. Louis Aragon dijo en Cahiers que era la película francesa más bella de los últimos treinta años, en el maravilloso número de 1965 cuya portada ocupaba la película de Godard. Creo que simplemente es una de las más hermosas películas de la historia. En ella aparece el verano como nunca se ha rodado: el sonido de las chicharras, el mar, la piel morena, los pinares... Por otra parte, la música es un caso apabullante de lo que puede dar de sí conjugada con habilidad con las imágenes: Vivaldi, Georges Delerue y, sobre todo, la canción de Marianne a Pierrot "La línea de tus caderas". Por si esto no fuera bastante, la poesía atraviesa toda la película: desde esa especie de juego de letras que son los títulos de crédito hasta el poema final de Paul Valery, pasando por el poema que escribe en el cuaderno Pierrot en esa suerte de Paul y Virginia revisitados. Y los diálogos contra la guerra del Vietnam tanto en el coche en el que escapan al principio como en la mitad, en ese juego representativo para sacar unas monedas, sin dejar por ello de criticar el terrorismo de estado de la guerra de Argelia. Y la literatura siempre presente, desde Balzac hasta Conrad, Stevenson o Melville. Con razón la película se abre con Belmondo leyendo la Historia del Arte de E. Fauré, porque al igual que Velázquez no pintaba personas al final de su vida, sino los espacios entre ellas, así Godard filma los espacio entre Marianne y Ferdinand (ya para siempre Pierrot). No la he vuelto a ver desde hace más de veinte años, y, sin embargo, su recuerdo no se ha evaporado de mi memoria, como sólo pueden hacer las obras inmortales.

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