16/2/14

El vértigo del tiempo


Porque yo sé que el tiempo es siempre tiempo
Y que el espacio es siempre sólo espacio
Y que es actual lo actual sólo en un tiempo
Y sólo en un espacio
...
(T. S. Eliot, Miércoles de ceniza.)



Continuamos allí donde La jetée se cita con Vértigo en los anillos de una secuoya. En los anillos del tiempo. 


Todos estos momentos se perderán como lágrimas en la lluvia, decía el replicante en Blade Runner justo antes de morir, más un personaje del universo markeriano -memorioso de Vértigo en La jetée- que de Ridley Scott. ¿Cómo no ver en el cine de Marker un proyecto de la memoria, animado por la idea de preservar un momento para un tiempo por venir, aun sabedor de que el Tiempo -ese viento inclemente- se lo llevará todo?  


En un texto memorable sobre la película de Hitchcock -publicado en el número 400 de Positif hace veinte años-, Marker, tirando del hilo hilvanado en Sans soleil, apuntaba que ese vértigo no tiene que ver con el vacío o la caída, es una clara, inexplicable y espectacular metáfora sobre otra clase de vértigo mucho más difícil de representar: el vértigo del tiempo. Scottie (James Stewart) trasfigura la locura del tiempo de Elster (Tom Helmore) -reinventar el tiempo pasado, un tiempo cifrado en el poder y la libertad- en su más utópica forma: Scottie remedia el irreparable daño del tiempo y resucita a la mujer amada.


Vértigo despliega en sus formas aquel clamor de la Epístola a los Corintios -Muerte, ¿dónde está tu victoria?-, es decir, se estructura en torno a una idea central: el amor es verdaderamente la única victoria sobre el tiempo. Una idea que resuena en el corazón de La jetée. Y tanto en el filme de Marker como en el de Hitchcock el delirio de recrear lo perdido lleva dentro el germen de la destrucción. La dicha más grande -una segunda vida con la mujer amada- lleva aparejada la mayor de las tragedias -una segunda muerte-. El bucle fatal. El vértigo del tiempo.


Sans soleil (1982), una obra cardinal de la filmografía de Marker, a la vez clave de lectura y palimpsesto, puede verse también como un ensayo sobre la memoria y el tiempo, y, en particular, sobre Vértigo, esa película-fetiche que el viajero Sandor Krasna -un alter ego de Marker- confiesa en una de sus cartas haber visto 19 veces.


Cobra visos de homenaje póstumo que el 1 de agosto de 2012, un par de días después de la muerte del autor de La jetée, la revista Sight and Sound anunciara en París a bombo y platillo que Vertigo había destronado a Ciudadano Kane como la mejor película de la historia del cine en la célebre votación promovida por la revista británica cada diez años desde 1952, año en que Ladrón de bicicletas ocupó el primer lugar, un puesto del que diez años después se iba a adueñar -y mantener durante medio siglo-  la opera prima de Welles. En la encuesta de 2012, que certificó el significativo cambio en favor de la fascinante obra de Hitchcock, participaron 846 críticos, historiadores, programadores o distribuidores y 358 cineastas en activo de todo el mundo.


Por si os pica la curiosidad aquí va el último top ten de Sight and Sound (debo tener el día camp o así): Vértigo (191 votos), Ciudadano Kane (157), Cuentos de Tokio de Yasujiro Ozu (107), La regla del juego de Jean Renoir (100), Amanecer de F. W. Murnau (93), 2001: Una Odisea del espacio de Stanley Kubrick (90), Centauros del desierto de John Ford (78), El hombre de la cámara de Dizga Vertov (68), La Pasión de Juana de Arco de Carl T. Dreyer (65) y 8 y medio de Federico Fellini (64).


Las leyendas nacen de la necesidad de descifrar lo indescifrable. Las memorias tienen que conformarse con su delirio, con su deriva. Un instante detenido se quemaría igual que una película delante del proyector. La locura protege, igual que la fiebre. (...) Pienso en un mundo donde cada memoria cree su propia leyenda...  Escuchamos en la voz de la mujer que lee las cartas que le envía el viajero Sandor Krasna en Sans soleil. (La memoria, esa Sherezade insomne, que sólo puede vivir en el aquel de contar. Insomne como Scottie en su aquel de inventar una doble de Madeleine, cautivo de la memoria de la mujer amada, como el viajero en el tiempo de La jetée, que vuelve al pasado porque sabe que en el presente ella está muerta.)


Y le escribe sobre Vértigo, la única película que habla de la memoria imposible, de la memoria loca. Y le cuenta que en San Francisco peregrinó a todos los sitios del rodaje, donde Scottie seguía a Madeleine.


Algunos lugares habían cambiado o desaparecido. En cambio, el corte de la secuoya aún estaba en el parque. Allí Madeleine señaló la corta distancia entre dos de las líneas concéntricas que miden la edad del árbol y dijo “Aquí nací y aquí morí”. 


Se acordó de otra película donde se citaba este mismo pasaje. La secuoya era la del Jardín des Plantes, en París, y la mano apuntaba a un punto fuera del árbol, en el exterior del Tiempo.


Como en un sueño -escuchamos en La jetée, justo a mitad de metraje-, él le muestra un punto más allá del árbol. Se escucha decir: "Ahí es de dónde yo vengo". 


Justo lo que anhela saber el replicante de Blade Runner. La memoria.


Las lágrimas y la lluvia.


El vértigo del tiempo.


Señora del silencio
Calmada y afligida
Desgarrada e intacta
Rosa de la memoria
Rosa de los olvidos
...
(T. S. Eliot, Miércoles de ceniza.)

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