...para mí el trabajo es una pasión devoradora.
Yasujiro Ozu.
Me topé por sorpresa con este libro a finales de octubre de 2017. Quiero decir: no contaba con él, ni por asomo (y menos recordando las escuetas anotaciones de sus diarios). Son casi doscientas páginas de textos de Ozu; incluidas, eso sí, un par de entrevistas y una conversación. Una delicia. Y mira que el cineasta asegura que escribir otra cosa que no sean guiones no es para él:
Escribir se me hace muy cuesta arriba. Sobre todo escribir algo para publicarlo. No me gusta.Creo que el título, La poética de lo cotidiano, le hubiera resultado un tanto aparatoso al propio Ozu. Bastaría con el subtítulo, Escritos sobre cine, para hacerle justicia al espíritu de los textos, preñados de familiaridad, sencillez y franqueza.
Cuando me divierto rodando una película, luego me gusta, salga como salga.Unos escritos que muy bien podrían ampararse con la fórmula ya clásica de "Ozu por Ozu". En todo caso, una cuestión menor en un libro bien editado que sólo cabe agradecer.
Yasujiro Ozu.
Yasujiro Ozu y Kogo Noda.
Decía Ozu en un texto publicado en 1952:
A propósito de los compañeros de trabajo, se discute con frecuencia si es bueno o malo trabajar siempre con los mismos: yo no podría encontrarme a gusto con personas con las que no pudiera entenderme de manera espontánea. Suelo escribir los guiones con Kogo Noda: durante un mes o dos meses seguidos vivimos los dos en Chigasaki y, tanto si es por la cantidad de sake que bebemos como por nuestro gusto por los tentempiés o por nuestra tendencia a quedarnos despiertos hasta tarde y luego levantarnos bien entrada la mañana, lo cierto es que somos muy parecidos y estamos compenetrados. Yo no podría trabajar con una persona a quien por la noche enseguida le entra sueño y me deja solo.Y unas páginas más adelante:
...he tenido que venir hace tres o cuatro día a Yugawara a preparar mi próxima película. Como de costumbre, estoy con Kogo Noda y nuestra manera de trabajar, los dos juntos, no se basa tanto en partir de una trama definida como de bosquejar alguna idea mientras charlamos de todo un poco. Hablando de esto y de aquello siempre surge algún vago propósito sobre el tema que queremos tratar en la película: qué tipo de existencia lleva el personaje, qué clase de persona es, y así sucesivamente. Después llega alguna idea sobre los acontecimientos o episodios que podemos incluir en la historia. También se concreta algún fragmento de los diálogos entre personajes. Y de ese modo en algún momento toma cuerpo la verdadera trama.
Al final se perfilan los diálogos con todo detalle. Y después, dada la forma que tenemos de trabajar, la que hemos llamado primera versión del guión acaba por convertirse en la definitiva. Naturalmente, nos hacemos más o menos una idea de qué actores queremos que la interpreten, y escribimos teniendo ya presente la personalidad y las características de cada uno.
El reparto de Bakushû (1951) con Ozu y Noda.
Pero ya en 1935, a propósito del guión y los guionistas, escribía:
Conozco a Kogo Noda. Conozco a Takao Ikeda [con quien escribió once películas en los años 30 y 40].
Si hablamos de personas que saben cuál es el verdadero espíritu del guión, tengo que afirmar que he encontrado compañeros para toda la vida.En un texto donde repasa su filmografía, al evocar Banshun (1949) celebra el reencuentro con Kogo Noda, después de mucho tiempo, para escribir esta película e insiste en la procurada afinidad :
Cuando guionista y director trabajan juntos, si no se parecen también en el plano constitucional las cosas no funcionan. Si uno se levanta tarde y el otro se va a la cama pronto, no se encuentran. El trabajo conjunto resulta agotador para ambos. Desde este punto de vista, ya se trate de beber o del horario de acostarse y levantarse, con Noda o con Ryôsuke Saitô [colaboraron en una película] estoy en perfecta sintonía. Es algo fundamental para mí.
Cuando hablo de un guión que hemos escrito entre Noda y yo intento naturalmente decir que pensamos entre los dos hasta el mínimo detalle. Y aunque no pongamos en común las escenas (en cuanto a objetos y vestuario), las imágenes que cada uno de nosotros tiene en la cabeza se acomodan perfectamente. Nunca hemos tenido el más mínimo desacuerdo. Nos entendemos hasta a la hora de elegir sufijos como -wa o -yo al final de una frase [Cito la nota del texto: Son sufijos que en la lengua japonesa, especialmente en lengua hablada, permiten suavizar y restar dureza a una expresión o dar un tono de cortesía o familiaridad, incluso indicar el sexo del hablante]. No sé explicarlo, es algo increíble.Bien entendido que nunca tuvieron el más mínimo desacuerdo quiere decir que discutieron lo suyo partiendo de ideas distintas hasta llegar a ponerse de acuerdo:
Los dos somos testarudos y difícilmente hacemos concesiones.
Ozu y Noda, a pie de obra.
Cabe suponer que trasnochar, el sake y los tentempiés ayudaban a encontrar un pasaje sin rasguños entre las aristas de la discusión y así llegar a un perfecto acomodo. En fin, lo suyo entre compañeros para toda la vida.
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