4/6/17

Un mar de cosas


Desde el viernes por la noche, mientras volvía de la proyección de Correspondências (2016), de Rita Azevedo Gomes, en Numax, no me la quito de la cabeza ni de la boca. Ni quiero. Pasé estos días recordándola (o sea, regresándola al corazón) para Ángeles, para Esther, para uno... Ensoñándola. Cómo podría renunciar a su amparo. Sólo encuentro una palabra para definirla, y tengo que echar mano del portugués; una palabra que le gustaba mucho a João Bénard da Costa y le gusta tanto a Rita: un espanto. La cineasta le explicaba a Älvaro Arroba en una entrevista, hace unos años, de qué hablamos (en portugués) cuando hablamos de algo así:
Espantoso es una cosa maravillosa y encantadora. Espantoso es que te quedas completamente boquiabierto de admiración. No es que sea anticuada, sino que nunca fue muy usada. João Bénard da Costa la decía muchas veces: cuando algo o una película le deslumbraba totalmente, era un espanto. Las personas tienen más tendencia a decir cosas como es una maravilla o es fabuloso… Espantoso es aquello que absorbe toda tu atención. Te quedas completamente espantado, no ves nada más. Espantoso es más que maravilloso.

Desde Dalla nube alla resistenzaQuei loro incontri, de Danièle Huillet y Jean-Marie Straub, sobre los Diálogos con Leucó, de Pavese, no había experimentado semejante embriaguez, tal gozosa sensualidad con la palabra. Correspondências es de esas (contadas) películas donde el cine -y la sala de cine- se nos revela como cobijo de la voz humana, y aun gruta original, caverna germinal de la palabra hecha música por la gracia de la poesía. Rita amojona su película con las cartas que se cruzaron los poetas portugueses Jorge de Sena (desde el exilio: en Brasil, en Estados Unidos) y Sophia de Mello Breyner Andresen (en Portugal) en el curso de casi veinte años, entre 1959 y 1978, y la pespunta con imágenes donde se conjugan soportes, texturas y formatos diversos, desde planos de factura rústica hasta cuidados retablos (iluminados por Acácio de Almeida o Jorge Quintela), fragmentos de un diario de viaje o de sueños, escenas atrapadas en un flujo memorioso o afloradas en un delirio onírico, imágenes y escenas donde anidan y reverberan también los poemas de Sophia y Jorge, que escuchamos en portugués, inglés, francés, italiano o griego.


Correspondências se despliega ante el espectador como un palimpsesto melancólico en torno a la ausencia (de unos poetas que las voces invocan y las imágenes porfían por traerlos de vuelta con nosotros) con una estructura tan leve y libre que nos convierte en correspondientes (y corresponsables) en la medida en que esas cartas y poemas nos arrastran en la deriva, nos hablan, nos interpelan, más aún, nos sentimos poseídos -o mejor, habitados- por las palabras como los propios cómplices -amigos, confidentes- de Rita en el filme: Luís Miguel Cintra, Eva Truffaut, Pierre Léon, Boris Nelepo, Edgardo Cozarinsky, Joaquim Pinto o Rita Durão. Médiums todos de Sophia y Jorge.


Correspondências deviene así una red de pasajes, de resonancias, trama de armónicos, red de rimas; en fin, correspondencias que cada uno de nosotros trabaja -cultiva- en los adentros. Como toda verdadera obra de cine, el filme de Rita, sin necesidad de ocupar -o exponerse en- un museo o una galería, o presentarse como una instalación o una performance, siendo sólo una película, viene a ser cine expandido, porque nos transfigura en caverna de ecos que se prolongan más allá de la proyección, que dilata la experiencia más allá del cine. Y pocas experiencias tan propicias al arrebato como asistir a  una película donde la voz humana se esculpe en forma de cine, y la película misma cobra visos de piel de la palabra, herramienta delicada de una amorosa polifonía, que devuelve a la poesía el aliento primero -el alma- del canto, donde el aire vuelve al aire.


En el coloquio posterior a la proyección confesaba la cineasta que en el curso del proceso de hacer Correspondências ya no sabía si estaba haciendo la película o si la película la hacía a ella. Se palpa una fervorosa artesanía donde la relación con el cine y las imágenes se conjuga con la propia vida: se filma como se vive. Unas líneas bellísimas de una carta de Sophia, que escuchamos en el filme, puedan darnos una idea cabal de la propia poética de Rita al abordar Correspondências:
Há dias aconteceu-me isto: comecei a escrever um poema à tarde, mas fui tão interrompida que desisti. À noite tentei acabá-lo mas estava cansada de mais e dispersa em mil bocados. No dia seguinte de manhã fui com a cozinheira à praça. E de repente no meio dos peixes, das couves e das galinhas pensei que precisava de parar um minuto, um minuto de férias sem cálculos nem contas. Então mandei à cozinheira que fosse ela comprando os legumes e «fugi» para o café da praça e pedi um café ao balcão. Enquanto estava a tomar  o café lembrei-me do poema e pedi ao empregado que me emprestasse um papel e um lápis. Foi assim que consegui acabar o poema nem misto de pausa e de euforia. Depois fui a correr comprar a fruta! Isto é a minha vida. Mas às vezes fica tudo mal escrito e mal vivido.

O quizá ese verso de Williams Carlos Williams:
No hay ideas sino en las cosas...
Y desde luego estos de Sophia:
Musa ensina-me o canto 
O justo irmão das coisas 
Incendiador da noite 
E na tarde secreto...
Cosas como ese dedo sucio del poeta en unos versos de ese poema tan bello de Jorge, Em Creta, com o Minotauro:
O Minotauro compreender-me-á, tomará café comigo, enquanto 
o sol serenamente desce sobre o mar, e as sombras, 
cheias de ninfas e de efebos desempregados, 
se cerrarão dulcíssimas nas chávenas, 
como o açúcar que mexeremos com o dedo sujo 
de investigar as origens da vida.

Un mar de cosas, Correspondências, magna obra de Rita Azevedo Gomes.

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