6/12/15

Los treinta jardineros de Bresson


Llevo unos días con Bresson por Bresson de libro de cabecera. Sobra decir que el magisterio del cineasta (en las entrevistas) se ve estimulado por algunos de sus interlocutores, entre ellos Godard, cuya conversación (más que entrevista) en torno a Au hasard Balthazar (1966) deviene una pieza central, y mayor (también en páginas). La había leído hace más de treinta años en La política de los autores, un libro editado por la ed. Ayuso, que reunía entrevistas de la gente de Cahiers du cinéma en los años 60 con diez cineastas cardinales (Renoir, Rossellini, Lang, Hawks, Buñuel...) y se cerraba precisamente con la de Bresson con Godard, pero sólo la pude entender y disfrutar de verdad después de ver la película (no lo olvidaré) en el CGAI de A Coruña en julio de 1994, la semana en que Víctor Erice impartió el curso El cine como experiencia de la realidad (cómo olvidarlo). Au hasard Balthazar entraña la vida entera, dijo Godard. Pues bien, el goce que depara la nueva traducción de la entrevista en la edición de Intermedio habla de forma elocuente del cuidado que el libro merecía y que celebramos.


Hace sólo unas horas dejé de leer una de las entrevistas de Bresson por Bresson cuando el cineasta alude en 1966 al trabajo interrumpido en El Génesis (en realidad, el comienzo del Génesis, desde la creación del mundo hasta la Torre de Babel), un encargo del productor italiano Dino de Laurentiis. El tipo había decidido filmar la Biblia. Luego lo pensó mejor, quizá bastaría con el Génesis. Cinco episodios, cada uno con un director. La cosa iba a ser así: Bresson, la Creación y el Paraíso; Welles, la historia de Abraham, Esaú y Jacob; Visconti, José y sus hermanos; Fellini, lo que que le diera la gana; y Huston supervisaría el proyecto y rodaría lo que le apeteciera. Tal cual. Hace unos años conté cómo Dino de Laurentiis se quedó con la boca abierta cuando Bresson, durante la preparación de El Génesis, le aseguró que de los animales del Arca de Noé, en la pantalla no se verían más que sus huellas en la arena. Una hora después lo había despedido. (Como todo el mundo sabe, la cosa acabó en La Biblia, dirigida por Huston y estrenada en 1966.)


En sus Notas sobre el cinematógrafo, Bresson lo evocaba con rabia imborrable:
(1963) Dejé Roma de improviso, abandoné sin remedio los preparativos de El Génesis, para acabar de una vez con la cháchara estúpida y con los estorbos estériles. ¡Qué extraño es que te puedan pedir que hagas lo que apenas podrían hacer ellos mismos, porque no se sabe qué es!
Durante más de veinte años acarició la idea de filmar El Génesis. Alguna vez llegó a pensar que había llegado el momento, como le confesó a Michel Ciment durante una entrevista sobre su última película El dinero (1983), la penúltima de las incluidas en Bresson por Bresson:
Mis héroes se asemejan a los náufragos, yendo en pos del descubrimiento de una isla desconocida, como en los primeros días de la creación de Adán. Mi próxima película es El Génesis, cuya preparación emprenderé en unos meses.
La entrevista data de octubre de 1983. No sabe donde rodará, pero ha pensado mucho (mucho mucho: no es de extrañar en el autor de Au hasard Balthazar) en los animales:
Los animales serán todos los animales el mundo. 

Entonces tenía razones para confiar en llevar a buen puerto el proyecto de El Génesis porque Humbert Balsan -uno de sus modelos en Lancelot du Lac (1974) y uno de sus ayudantes de dirección en  El diablo probablemente (1977)- se había convertido en su productor. A Balsan -una figura a la que Mia Hansen-Love rinde tributo en Le père de mes enfants (2009)- le debemos un memorable testimonio sobre la preparación -y la interrupción definitiva- de la película por Bresson:
Habíamos encontrado un financiero libanés (...). Era un apasionado de Bresson y financió la investigación sobre los animales. Porque el gran problema de El Génesis era cómo filmar los animales. El proyecto se interrumpió porque Bresson no encontraba la ecuación técnica para filmar, siempre con un objetivo de 50 mm, el culo de un ciervo y la pata de una jirafa en la misma imagen. Lo que le apasionaba era el Diluvio. Filmar el agua que entra en las casas, eso le obsesionaba.

Dicen que la imposibilidad de rodar El Génesis fue la razón principal para retirarse del cine. Quién sabe. Pero estoy convencido que siguió soñando con los primeros días de la Creación evocados en aquellas líneas de la entrevista que interrumpí, donde recordaba la preparación de la película para Dino de Laurentiis en 1963:
...un encargo apasionante que me hizo escribir un guión, pasar medio año en Italia, diseñar allí un paraíso terrenal junto a treinta jardineros...
Lástima que el entrevistador, obsesionado por repasar la filmografía de Bresson, dejara pasar la ocasión de tirarle de la lengua a propósito de aquel Edén (¿quedarán fotografías?), quizá imaginado con la guía de El jardín de las delicias de El Bosco. Ah, quién me diera haber podido entrevistar, ya no digo a Bresson, a algunos -por lo menos- de aquellos treinta jardineros...


(Las cuatro imágenes corresponden a fotografías de Bresson durante el rodaje de Au hasard Balthazar, entre el 21 de julio de 1965 y el 28 de febrero de 1966.)

1 comentario:

  1. Como siempre es un placer asomarse a esta ventana .
    La vida que nos trae y que nos lleva ...pero Daniel y su escuela siempre viva .
    A pesar de no entrar como quisiera se que seguirás aquí y gracias por seguir.
    Un saludo para Angeles

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