26/7/20

Ven y mira (Josep Renau)


No haría falta presentar a Josep Renau. Pero no estoy seguro. Militante comunista y uno de los grandes cartelistas de la guerra civil.


Como director general de Bellas Artes del gobierno de la República le encargó el Guernica a Picasso y decidió evacuar las obras del Museo del Prado para salvarlas de los bombardeos. Sus collages y fotomontajes, iconos anticapitalistas -y antiimperialistas- de los años 60.

Fotomontaje de la serie 
Fata-Morgana, USA: The American Way of Life

Antes de la guerra civil ya había diseñado carteles de películas.

El embrujo de Sevilla (1931), de Benito Perojo.

Ekstase (1933), de  Gustav Machatý.

La hermana San Sulpicio (1934), 
de Florián Rey.

 Chapaev (1934), de Sergey y Georgi Vasilyev.

El ciento trece (1935), de Raphael J. Sevilla 
y Ernesto Vilches.

Cartel del programa dedicado 
a Buster Keaton en 1935.

Un pueblo en armas (1937), 
de Juan Pallejá y Louis Frank,
documental producido por el Sindicato 
de la Industria del Espectáculo de Barcelona, 
de la CNT.

Pero será durante el exilio en México cuando el cartelismo de cine centrará buena parte de su producción artística; durante la llamada edad de oro del cine mexicano -y del melodrama mexicano, más concretamente-, cabe añadir.

Lucrèce Borgia (1935), de Abel Gance.

Ahí está el detalle (1940), de Juan Bustillo Oro.

Naná (1944), de Roberto Gavaldón.

La mujer sin alma (1944), 
de Fernando de Fuentes.

La mulata de Córdoba (1945), 
de Adolfo Fernández Bustamante.

La devoradora (1946), de Fernando de Fuentes.

El último amor de Goya (1946), de Jaime Salvador.

Vértigo (1946), de Antonio Momplet.

Si Adelita se fuera con otro (1948),
de Chano Urueta.

Locura de amor (1948), de Juan de Orduña.

Cartas marcadas (1948), de René Cardona.

Riso amaro (1948), de Giuseppe de Santis.

La vorágine (1949), de Miguel Zacarías.

Cita con la muerte (1949), de Jaime Salvador.

El hombre son rostro (1950), 
de Juan Bustillo Oro.

La malcasada (1950), de José Díaz Morales.

Tierra baja (1951), de Miguel Zacarías.

María Montecristo (1951), 
de Luis César Amadori.

Camino del infierno (1951), de Miguel Morayta.

La marquesa del barrio (1951), 
de Miguel Zacarías.

Mujeres sacrificadas (1952), de Alberto Gout.

La infame (1953), de Miguel Zacarías.

Reto a la vida (1954), de Julio Bracho.

Mulata (1954), de Gilberto Martínez Solares.

Ensayo de un crimen (1955), de Luis Buñuel.

El tren expreso (1955), de León Klimovsky.

La sospechosa (1955), de Alberto Gout.

Mãos Sangrentas (1955), 
de Carlos Hugo Christensen.

Mañana cuando amanezca (1955), 
de Javier Setó.

 Besos prohibidos (1956), de Rafael Baledón,
aunque en el cartel reza Amor prohibido.

La adúltera (1956), de Tulio Demicheli.

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