15/11/15

Sherezade en Grândola


Ayer me pasé seis horas en el cine con As Mil e Uma Noites de Miguel Gomes. Una película en tres volúmenes: O Inquieto, O Desolado, O Encantado. Un documento sobre el presente de Portugal (también el nuestro) transfigurado por el aquel de contar, una mirada lúcida que destila melancolía.


Suena obvio si digo que fue toda una experiencia. Incluso física, uno no sale indemne de seis horas en el Salón Teatro de Compostela, seis horas casi seguidas (apenas cuentan las interrupciones entre volumen y volumen para salir, tomar un café y volver a la sala) en la butaca más incómoda que pueda concebirse.

Miguel Gomes en O Encantado.

Y aun así uno vuelve a la noche del mundo tras As Mil e Uma Noites de Miguel Gomes conmovido, asombrado, encantado. Y también convencido de que la película debe experimentarse dejando pasar un tiempo (unos días) entre volumen y volumen, dejando que la memoria del anterior y la expectativa que genera trabajen en el siguiente. Ayer me maravilló O Desolado.


Caminando hasta el coche después de ver As Mil e Uma Noites trataba de cifrar qué clase de artefacto había armado Miguel Gomes en esta película desbordante, libre, imaginativa, generosa, deslumbrante, temeraria, poderosa, desconcertante y preñada de humor.


Y estaba a la vista, claro: Sherezade había pasado por Grândola.

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