27/7/14

La luz y el tiempo: el cine


Llevo más de veinte años sin ponerle los ojos encima a La tierra (1930) de Dovjenko. 


Iba a escribir llevaba, pero mentiría. La he vuelto a ver en una mala copia, así que sólo puedo rememorar aquella proyección en el CGAI de A Coruña, donde nos arrebató el maravillado mirar de Dovjenko. Y comprobar -para eso sirven, en realidad, las malas copias- que la memoria no me había hecho de las suyas, que mis escenas inolvidables de un filme tan bello existen -empezaba a dudar si las había inventado, retocado o soñado-, eran la pura verdad de Zemlya. Tierra. Pero desde la primera historia del cine que leí me acostumbre a mencionarla -y a desear mirarla- como La tierra. La tierra, entonces. 


No sé de ninguna edición decente, que le haga justicia, al menos, al excelso trabajo de su director de fotografía, Danylo Demutsky, Tampoco se la hacen las imágenes de los fotogramas que hilvano entre líneas. De hecho, quizá debía esperar a mirar La tierra otra vez como mandan los dioses lares del cine (la proyectaron en la Cinemateca Portuguesa, en Lisboa, el 30 de abril, pero no pudo ser)... Quizá.


Sus evidencias son sus secretos -escribió Bénard da Costa- y sus secretos son sus evidencias. Y unas líneas después, nunca (salvo en Dreyer) una muerte fue tan metamorfosis (...) Y  nunca vi, a no ser en Bresson y su "Balthazar", un desnudo de mujer más austero y más riguroso que el desnudo de Elena... Un desnudo que llegué a temer en estos años habérmelo inventado...


Para Barthélemy Amengual -autor de un libro esencial sobre Dovjenko- La tierra era el más bello filme del cine. (No se lo vamos a discutir, sólo apuntar que en el altar de los filmes más bellos La tierra estaría muy bien acompañada por los más bellos filmes de Chaplin, Murnau, Lubitsch, Keaton, Ford, Lang, Renoir, Mizoguchi, Dreyer, Ozu, Rossellini, los dos Ray, Bergman, Naruse, Bresson, Godard, Cassavetes, Pasolini o Erice.)


Nunca se ha visto nada más bello en una pantalla que la muerte del viejo Semion -un amoroso retrato del propio abuelo del cineasta- como el último banquete de la vida, el abuelo se despide como quien se va de una fiesta, del baile de la cosecha, con las manzanas en el prado, saboreando la fruta en compañía del niño.


(En su Poética del cine, Raúl Ruiz habla del viaje clandestino del cinéfilo, de película en película, enhebrando las imágenes cardinales de un filme secreto; en esa película íntima de nuestra vida cobijamos esa despedida del viejo Semion con visos de alumbramiento, esa muerte tan metamorfosis, que decía Bénard da Costa.)


Dovjenko filma La tierrra como un poema, o mejor, como veía Francis Ponge el prado, un plato servido a nuestros ojos. Nunca el cine fue más banquete de la vida. El ritual amoroso de la luz y el tiempo.

25/7/14

Esa coma


Releo en Lo que cuenta es la ilusión, el dietario (espigado de las notas 2007-2010) de Ignacio Vidal-Folch, una entrada que había olvidado y me devuelve a la memoria una película que ídem. El día de la toma de la Bastilla, Luis XVI anotó, mejor dicho -como muestra Les adieux à la reine (2012) de Benoît Jacquot- mandó anotar en su diario:

Hoy, nada.

Fotograma de Les adieux à la reine. 

Una fecha.
Dos palabras.
Y esa coma.
Por ahí se va una novela.
En fin, literatura.

20/7/14

El almuerzo en la hierba


La verdadera vida, 
la vida al fin descubierta y dilucidada, 
la única vida, por lo tanto, realmente vivida 
es la literatura.
(Proust, El tiempo recobrado.)

Veo a Ángeles con El tiempo recobrado en las manos, apurando las páginas, y se acaba el viaje del Tiempo perdido. Un día, dos como mucho, y punto final. Desde mediados de marzo vive en la constelación de Proust. Hace un rato me leyó el pasaje que se abrocha con los verdaderos paraísos son los paraísos que hemos perdido.


Cuando terminó de leer A la sombra de las muchachas en flor, probó a darse una tregua -tan intensa resultaba la experiencia- con una novela negra (no recuerdo ya si con El exterminio de Jim Thompson o Yibuti, la última de Elmore Leonard). Imposible. No hubo forma; apenas leyó unas páginas y volvió a Proust. Atrapada en el Tiempo perdido.


Y así hasta hoy. Y así será -seguro- hasta la última línea de El tiempo recobrado. Vamos a recordar estos meses del Tiempo perdido. A mí me duró años: salía de cada libro como de una fiebre, necesitado de una larga convalecencia, y volvía al siguiente recuperado para la ardentía; y más de una vez, tras una interrupción de un par de semanas o de años, releía el anterior, y aun Por el camino de Swann, como quien recae en un vicio:

Pero cuando nada subsiste ya de un pasado antiguo, cuando han muerto los seres y se han derrumbado las cosas, solos, más frágiles, más vivos, más inmateriales, más persistentes y más fieles que nunca, el olor y el sabor perduran mucho más, y recuerdan, y aguardan, y esperan, sobre las ruinas de todo, y soportan sin doblegarse en su impalpable gotita el edificio enorme del recuerdo.

Echaré de menos sus "escucha esto"  o "esto te va a gustar" o "seguro que te acuerdas de esto" o "lo que más me gusta de Proust es cuando escribe cosas como ésta"... y me leía una línea, un párrafo o una página entera.

...en nuestra memoria encontramos de todo; es una especie de farmacia, de laboratorio químico, donde tan pronto ponemos la mano en una droga calmante como en una droga peligrosa. (La prisionera.)

Ilustración de Wesley Merritt.

Creo que nunca nada (que haya leído) la exaltó tanto como algunos momentos vívidamente vividos donde germinan los más sutiles cardiogramas en la escritura del Tiempo perdido, ese tejido sensible que desprende la cualidad táctil de unas arruguitas en el alma y en la piel de las cosas, y traduce los signos trazados en el palimpsesto de la memoria, en el aquel de alumbrar la fontana primordial de la experiencia, el aprendizaje de la verdad.


Llevo casi medio año sin preocupaciones en mi responsabilidad de librero de Ángeles. Qué va a pasar cuando acabe el Tiempo perdido. Qué le voy a poner en las manos. Cómo facilitar a la cautiva una salida (sin traumas) de la constelación Proust. Ésa es una Transición , y no la otra, que tantas bocas llena (hasta la náusea). Veo a Ángeles con El tiempo recobrado en las manos. y... queda ya tan poco.  ¿Y entonces qué?

Yo digo que la ley cruel del arte es que las personas mueren y también nosotros moriremos, apurando todos los padecimientos, para que crezca la hierba, no la del olvido, sino la de la vida eterna, la hierba prieta de las obras fecundas a las que las generaciones futuras acudirán, jubilosamente, sin preocupación por los que duerman debajo, a celebrar su “almuerzo en la hierba". (El tiempo recobrado.)


¿Qué almuerzo en la hierba le prepara uno ahora? Ganas me dan de dimitir de librero. Pero aun más de volver a Proust.

13/7/14

Letraherida Eva


Me gustó mucho Only Lovers Left Alive (2013), la última película de Jim Jarmusch.


Igual fue por verla con fiebre (38,8º), quizá, pero no creo. Será más bien que a la fiebre le sienta bien la película (o viceversa).

Imágenes publicitarias de la película. 
(Fotografías de Sandro Kopp.)

A Ángeles no le gustó gran cosa (eso sí, se divirtió lo suyo con  la vampira traviesa encarnada por Mia Wasikowska: el humor permea siempre el cine de Jarmusch), pero enseguida supo que era de esas películas que me encandilan.


Que ya me bastaba con ver deambular a Tilda Swinton -la Eva vampira- por la casbah de Tánger camino del café Mil y Una Noches.


No digamos cuando se dispone a viajar a Detroit para reunirse con su amado y prepara el equipaje. (Cómo no recordar el maletín rojo de Pearline. Una caja de sueños. Un talismán.)


A Eva le cuesta elegir qué libros llevar para el viaje y las noches por venir, tanto que vuelve a leer -a devorar ojos y manos- y acariciar aquellos libros que deja en Tánger.


Nunca nadie -como Jarmusch y Tilda Swinton (al compás de la música de Jozef van Wissem) en Only Lovers Left Alive- ha mostrado la pena de separarse de los libros que se aman.


Y cuánto significan para aliviar el peso del tiempo. (Sobra decir que Jarmusch ha vuelto a ganarse un altar en el cine de los libros.)


Y cómo no iba a gustarme esa secuencia donde su amado -Adán, claro, en la piel de Tom Hiddleston- la lleva  a ver las ruinas del Michigan Theater de Detroit.


Una catedral del cine convertida en un aparcamiento. (Recuerdo que Pepe Coira me contó -debió leerlo en unas memorias- de un pueblo de La Rioja, donde cada domingo por la mañana los vecinos, antes de ir a misa, pasaban por el cine y apuntaban su nombre con una tiza en el suelo, delante de la taquilla, para guardar el sitio. Ir al cine como ir a misa. Rituales comunitarios.)

El Michigan Theatre en 1999. (Fotografía de Stan Douglas.)

Cómo iba a olvidar Jarmusch los cines abandonados.


Como el cine Alcázar de Tánger. Cómo no iban a dolerse unos vampiros amantes del arte por el tiempo perdido de los cines.


Y qué decir de esa deliciosa escena donde los amantes vampiros escuchan a la cantante libanesa Yasmine Hamdan. Una canción que (nos) los alivia y revive.


Jarmusch escribió el papel de Eva -una druída de hace 3000 años- para Tilda Swinton (habla maravillas de la actriz, y le sobra razón). En realidad, hizo Only Lovers Left Alive movido por el deseo de volver a trabajar con ella. (Cuenta Tilda Swinton que el cineasta concibió los personajes de Eva y Adan a partir de los Diarios de Adán y Eva de Mark Twain: una historia de amor enhebrada con el hilo del humor.) Tanto uno como otra siempre habían querido hacer una película de vampiros y se pasaron ocho años hablando del proyecto, y fue la actriz quien le recomendó al director de fotografía Yorick Le Saux. (Según Tilda Swinton, Jarmusch no ha rodado sino películas de vampiros, así que nadie mejor que el cineasta para acompañarla en un viaje como Only Lovers Left Alive.)


A Jarmusch le costó más de la cuenta poner en pie el proyecto, justo durante una fiebre vampírica de hace unos años (por supuesto Only Lovers Left Alive no tiene nada que ver con crepúsculos y derivados, ni con Déjame entrar, la hermosa película de Tomas Alfredson, que le había gustado mucho). Por lo visto los productores le sugirieron más derramamiento de sangre y un ritmo más rápido, y por toda respuesta Jarmusch cortó algunas de las escenas de acción que ya había rodado. Será un rumor. Qué más da.


Si miramos bien Only Lovers Left Alive, el verdadero, el único, vampiro -con todas las letras- es el arte, que desde la noche de los tiempos nos sorbe el seso (y nos salva). Basta ver leer a Tilda Swinton. Letraherida Eva.