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6/10/11

Cuaderno de ocasos




El estilo debe mostrar que uno cree en sus pensamientos, no sólo que los piensa, sino que los siente. (Nietzsche)

Cuando mires tu imagen en el espejo mágico, evoca tu sombra de niño. Quien sabe del pasado, sabe del porvenir. (Valle-Inclán)

La memoria abunda en sorpresas como en las viejas fotografías y en los espejos. (...) Reconocerse es una de las artes que no acabamos nunca de aprender. (Borges)

Yo estaré siempre de parte de la mariposa que se quema en la llama. (Goethe)

Lo bello es lo que se puede contemplar. (...) Lo bello es algo a lo que se puede prestar atención. (...) La distancia es el alma de lo bello. (Simone Weil)

Hay ciertas cosas que la realidad no te entrega si no sabes esperar. (Víctor Erice)

No es necesario que salgas de casa. Quédate junto a tu mesa y escucha atentamente. No escuches siquiera, espera sólo. No esperes siquiera, quédate totalmente en silencio y solo. El mundo se te ofrecerá para que le quites la máscara, no tendrá más remedio, extático se retorcerá ante ti. (Kafka)

Lo que ordena en un escritor la eficacia en el empleo de las palabras no es la capacidad de precisar más el sentido. Es un conocimiento casi táctil del trazado de su cerca, y más aún de sus litigios de lindes. Para él, casi todo en la palabra es frontera, y casi nada está contenido. (Julien Gracq)


(La fotografía la tomó xrosas)

29/7/10

La condición humana (1936)

Simone Weil, comunista libertaria y miliciana en la columna Durruti,

Simone Weil, en 1936

participó en algunas acciones durante la guerra civil española y fue testigo del fusilamiento de un joven falangista, por esos días de 1936 escribe en sus Cahiers:

"Me tumbo de espaldas, miro las hojas, el cielo azul. Es un día precioso. Si caigo presa, me matarán... pero lo tengo merecido. Los nuestros han vertido sangre de sobra. Soy moralmente cómplice. Se están produciendo formas de control y casos de inhumanidad absolutamente contrarios al ideal libertario."

La reflexión de Simone Weil sobre "los crímenes de los nuestros" -camaradas milicianos de las columnas de Aragón a los que quería- la acompañará hasta su muerte en 1943.

Cuaderno de Simone Weil

En El arte de la fuga, Sergio Pitol recoge una conversación con Julien Gracq relatada por Jerôme Garcin en la que el autor de El mar de las Sirtes se refiere a los años treinta del siglo pasado:

Julien Gracq

"La Revolución era un oficio y una fe. Entonces era comunista y militaba en la CGT. No se perdía un solo mitin (...) Recuerda haber estado a punto de ser despedido en 1938, después de participar, sólo él entre todos los profesores del Liceo de Quimper, en una huelga prohibida. No deja de evocar aquel periodo de colectas, de reuniones y de ilusiones en que él dirigía una Sección y llevaba la palabra del Partido a los palangreneros de Douarnenez, a los barcos atuneros de Concarneau y a los langosteros de Guilvinec, en cafés donde el chouchen inflamaba el cerebro de los trabajadores del mar. Gracq devolvió su carnet en 1939, cuando tuvo lugar el anuncio del pacto germano-soviético. ¿Desenganchado a tiempo? No -replica-, demasiado tarde ya. Desde los primeros procesos de Moscú [empiezan en 1936], opina retrospectivamente, debería haber cortado por lo sano. Pero añade que entonces se habría privado de los bellos momentos de fraternidad en aquel Finisterre secreto y áspero donde aprendió lo que era un universo a la vez maniqueo y puro."