Mostrando entradas con la etiqueta fotografía. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta fotografía. Mostrar todas las entradas

4/9/16

El obrador de sueños


A finales de los años 60, el fotógrafo neoyorquino (de Brooklyn) Arthur Tress se dedicó a entrevistar a niños en escuelas, calles, patios de recreo o parques de barrio para que le contaran sus sueños, los que más recordaban, o mejor, los sueños que no se podían quitar de la cabeza.


Luego les pedía a los mismos niños que protagonizaran esas visiones -fantasías surreales o terroríficas- plasmándolas en imágenes, representándolas ellos mismos ante la cámara, como actores -y aun como víctimas- de esos sueños. (A la manera de un Freud o un Jung, digamos.)


Parece ser que todo empezó en un taller de fotografía con niños donde les propuso hacer una foto con la última pesadilla de cada uno. Cuando los chavales empezaron a contárselas, encontró un asunto cardinal en su obra fotográfica: el lado oscuro de los sueños de la infancia.


En 1972 publicó su primer gran libro sobre el tema, El coleccionista de sueños, pero el continuó acopiando imágenes que verían la luz hace cuarenta años en un volumen titulado Teatro de la mente, donde también vertía sus propias visiones.


Son fotografías inquietantes y perturbadoras, desde luego. Cabe suponer que la transfiguración simbólica a través la puesta en escena permitía a los niños dominar (narrativamente) la experiencia onírica con la carga subconsciente de miedos y/o deseos que acarrea, por así decir la representación de las pesadillas (no deja de ser un juego) procura una suerte de remedio terapéutico o, por lo menos, un alivio o una descarga. El fotógrafo puede verse entonces como un exorcista. Claro que la captura de esas imágenes muestra -o abre- quizá de forma (más) acusada otra vertiente tan siniestra como irremediable, el sesgo (más inquietante y perturbador aun) del dispositivo mismo. El fotógrafo, un vampiro de los sueños de la infancia si me apuras.


Y salta a la vista que se pueden conjugar ambas derivas del oficio en la derrota de Arthur Tress. Con todo, si los niños han vivido las visiones reveladas en las imágenes (y no pueden sino vivirlas: ¿quién puede gobernar el trabajo de la mente mientras duerme?), el fotógrafo deviene aquí -o así se me figura- un obrador de sueños.

2/11/15

El día de los muertos


El sábado vimos en Madrid la magnífica exposición de fotografías de Josef Koudelka, el autor de la memorable serie dedicada a los gitanos. Es de esas visitas de las que sales levitando. Por más que uno haya visto las fotografías en libros, en catálogos o en la red, hay que verlas en vivo.

 Jarabina (Eslovaquia), 1963.
Portugal, 1976.

Resulta muy difícil reproducir en las publicaciones esa luz que transfigura el documento de sus imágenes en una suerte de sueño. Si podéis ver la exposición (en la Sala Bárbara de Braganza de la Fundación Mapfre hasta el 29 de noviembre), no os la perdáis. 

14/6/15

Disparos al borde del fracaso


A Garry Winogrand, sus colegas lo consideraban el príncipe de los fotógrafos de la calle.


Callejeó a menudo con su amiga Diane Arbus.



A pie de calle, vivía de la iluminación de los azares.

La fotografía no trata de lo que se fotografía, sino de cómo quedan las cosas al fotografiarlas.


En la encrucijada del mirar se desvivía por la búsqueda de la forma en la captura de lo real.

El hecho de fotografiar una cosa cambia esa cosa. Fotografío para descubrir qué se verá al fotografiar algo.


El mundo se le ofrecía como un incesante tiovivo de fotografías posibles.


A veces siento como si (...) el mundo fuera un lugar para el que he comprado una entrada. Un gran espectáculo dirigido a mí, como si nada fuera a suceder a menos que yo estuviera allí con mi cámara.

Habló alguna vez de la fotografía como un campo de batalla entre el asunto y la forma.



En los sesenta del siglo pasado y en las calles de Nueva York libró algunos de sus más venturosos combates con disparos decisivos.

Una gran fotografía bordea siempre el fracaso.

Winogrand dejó al morir más de 6.500 carretes de fotografías sin revelar. Lo suyo era disparar.


También sobre Marilyn, en el rodaje de La tentación vive arriba.

17/1/13

Criaturas


Sería bueno meditar mucho, para expresar algo de lo perdido, / de aquellas largas tardes de la infancia / que nunca así volvieron... ¿y por qué? / Aún nos acordamos... quizá en una lluvia, / pero ya no sabemos lo que eso significa... escribe Rilke en uno de los poemas que tituló Infancia.

A. Aubrey Bodine, 1933

Alain Laboile

Aldo Beltrame, 1956

Arthur Leipzig, 1946


Bert Hardy, 1950

Bruce Davidson, 1965


Christer Strömholm, 1951

Colin Jones, 1963

Colin O'Brian, 1960

Desirée Dolron, 2002

Eva Besnyö, 1931

George Rodger, 1962

Harold Feinstein, 1949

Helen Levitt, 1940

Jean Dieuzaide, 1953

Jean Hermanson, 1967

Jean-Philippe Charbonnier, 1954

John Gutmann, 1938

Julia Tikhomirova

Ken Russell, 1954

Lucien Clergue, 1955

Mario Cresci, 1979

Philipp Kester, 1910

Richard Kalvar, 1969

Roger Mayne, 1956


Sally Mann, 1991

Sibylle Bergemann

Terence Spencer, 1953

Thomas Hopker, años 50

Tibor Honty, 1963

William Gale Gedney, 1955

Willy Ronis, 1954

Wynn Bullock, 1956

Zoltan Vancso

Y quizá sería bueno también enhebrar con un hilo de la memoria aquellas imágenes rescatadas de las ruinas del tiempo con la criatura (o las criaturas) que fuimos. Por si aún nos reconocemos en la patria perdida. Acaso en una lluvia.